En La guerra de los mundos, el libro de HG Wells, la Tierra sufría una invasión marciana. Los extraterrestres doblegaban a los humanos con su tecnología pero acababan sucumbiendo a las bacterias terrícolas. Una situación extrañamente análoga preocupa a algunos expertos. En ella son las bacterias marcianas las que atacan la Tierra. Es hoy por hoy un escenario tan de ciencia ficción como la obra de Wells, pero la protección planetaria es un asunto serio que de cuando en cuando regresa al debate público.
Nuestros planes para estudiar Marte. Las agencias espaciales de Europa (ESA) y Estados Unidos (NASA) por un lado, y de China (CNSA) por otro, han concretado sus planes para las misiones que deberían traer, a principios de la década que viene, muestras desde Marte. El plan euro-estadounidense ya está en cierta medida en marcha, con la sonda Perseverance habiendo ya recogido y almacenado diversas muestras.
Estos planes también tienen un lado burocrático. Hace apenas dos años, Estados Unidos actualizaba sus protocolos para la protección planetaria, introduciendo nuevas agencias gubernamentales para asistir a la NASA en la tarea. Estos protocolos de evitar que el trajín de sondas y muestras entre la Tierra y otros cuerpos del Sistema Solar pueda causar contaminación biológica tanto en una dirección como en otra.
Este nuevo marco viene a los protocolos establecidos durante la primera carrera espacial a finales de los años 50. La nueva carrera espacial va a ser muy distinta de la anterior por lo que renovar la política de protección planetaria era una necesidad como ya demostró el accidente de la sonda Beresheet en la Luna en 2019.
Cinco categorías. Las misiones espaciales pueden catalogarse en cinco categorías en función del riesgo de contaminación, con las primeras categorías aludiendo a riesgos bajos y las dos siguientes aludiendo a misiones con destino a áreas que podrían estar habitadas (como Marte). Estas misiones deben ser descontaminadas de trazas biológicas terrestres para evitar la contaminación en dirección Tierra-Marte. Sería terrible para la exploración espacial llevar vida al planeta rojo antes de saber si existe vida autóctona.
La quinta categoría alude a la contaminación en dirección inversa, entre un cuerpo extraterrestre, Marte por ejemplo, y la Tierra. Es el nivel más restrictivo. Que microorganismos marcianos llegaran a la Tierra y la contaminaran a buen seguro no causaría unos problemas catastróficos, pero eso no quiere decir que no pudieran asentarse en nuestro planeta y alterar nuestra biosfera.
Consulta de la NASA. Hay quien cree, sin embargo, que este riesgo es inasumible. La NASA abrió una consulta sobre el tema y, tras consultar de forma aleatoria unas pocas de las 170 opiniones que recibieron, puede decirse que el plan genera entre escepticismo y alarma. “Ni siquiera puedo traer fruta de mi propio país, Mexico (…) No, no estoy conforme con esto” señalaba una participante. “No suena como una buena idea. Podría ser peligroso también” indicaba un anónimo.
No todo era oposición frontal “mi única preocupación es que esta misión pueda ser demasiado tarde so SpaceX llega a Marte en esta década como pretende”. Algunos simplemente pedían precaución y varios se inclinan a estudiar las muestras fuera del planeta, en una futura base lunar, por ejemplo. Un reciente artículo en Scientific American constataba la misma tendencia.
Ventajas e inconvenientes de traer muestras. Lo cierto es que si el viaje de las muestras se ha planteado es porque las rocas marcianas tienen mucho que decirnos y no podemos leer todo este mensaje desde aquí. Hasta hoy diez misiones han conseguido aterrizar plataformas y vehículos en el planeta rojo. Esto incluye a Curiosity y Perseverance, dos laboratorios móviles de una tonelada con multitud de instrumentos para analizar tierra, aire y lo que pudiera quedar de mar.
A pesar de ello hay multitud de pruebas que no pueden realizar, para las cuales es necesario traer muestras que analizar en un laboratorio. Las muestras podrían darnos unas valiosísimas pistas sobre el origen de la vida en nuestro propio planeta, sobre cómo se formó nuestro sistema y sobre otros temas que pudiéramos toparnos sin esperarlo.
El riesgo de contaminación inversa. Hay otra cuestión importante a favor, y es la que señalaba el último comentarista. La contaminación inversa es posible, y los afanes de algunos agentes públicos y privados por llegar a Marte harán que ésta sea inevitable.
La búsqueda de vida en el planeta rojo debe preceder necesariamente a la llegada del ser humano a este lugar. Descontaminar a una persona es imposible, cuando las personas lleguen a Marte su bioma llegará con ellas, si hay que buscar vida hay que hacerlo antes.
Escepticismo justificado. No todo son puntos a favor. El viaje de vuelta a la Tierra es peligroso y los recipientes que traen las muestras podrían dañarse, causando filtraciones que liberaran organismos biológicos en la Tierra. Es probable que los (hipotéticos) microorganismos marcianos no pudieran sobrevivir y reproducirse en la Tierra, pero está lejos de ser imposible. Como ocurre con el debate sobre la emisión de mensajes de radio, son muchos, también en la comunidad científica, que se muestran reacios a tomar riesgos, ya que los consideran no justificados o excesivos.
Hay que tener en cuenta, eso sí, que las alternativas no son sencillas. Por ejemplo, la posibilidad de analizar las muestras en un entorno controlado fuera de la Tierra (en la Estación Espacial Internacional o en una estación lunar) solo introduciría un paso intermedio a la contaminación, ya que los astronautas que regresaran de la base podrían traer consigo la contaminación biológica.
Quizá una alternativa más clara sea simplemente esperar. Quizá en el futuro seamos capaces de analizar mejor las muestras desde la Tierra para cerciorarnos antes de traerlas. También podríamos en teoría preparar viajes más seguros. En cualquier caso esto implicaría retrasar sine die los planes para viajar a Marte o renunciar a la búsqueda de su vida autóctona hasta que tengamos herramientas para distinguir vida terrestre y marciana. Sería como convertir Marte en una auténtica reserva natural protegida.
Inevitable. No es seguro que estas últimas ideas sean del agrado de todos. En última instancia la contaminación cruzada entre Marte y la Tierra va a ser inevitable si los planes de colonización siguen adelante. Y lo cierto es que no debemos irnos tan lejos para ver que la llegada de muestras marcianas va a suceder. los planes de NASA/ESA y CNSA siguen avanzando y, aunque los plazos no se cumplan, parece que un acuerdo multinacional para poner freno a la carrera espacial no está sobre la mesa.
La diplomacia internacional no pasa por su mejor momento y al menos la carrera espacial hasta ahora nos ha dado mejores resultados que la armamentística. Solo el tiempo dirá si los gérmenes esta vez están de nuestro lado como en la novela de Wells.
Imagen | NASA
Ver 32 comentarios
32 comentarios
p2dzca
Me parece relevante compensar las opiniones negativas que se han incluido en el artículo con otras que aparecen en el artículo de Scientific American al que hacéis referencia y que no habéis incluido:
(traducido)
Contrasta con la contundente opinión de Steven Benner, destacado astrobiólogo y fundador de la Fundación para la Evolución Molecular Aplicada en Alachua, Florida: "No veo la necesidad de largas discusiones sobre cómo deben almacenarse las muestras de Marte una vez que llegan a nuestro planeta", afirma. Esto se debe a que las rocas espaciales que chocan con Marte expulsan habitualmente material que acaba llegando a la Tierra. Según las estimaciones actuales, cada año aterrizan en nuestro planeta unos 500 kilogramos de rocas marcianas, afirma Benner. Incluso tiene un trozo de Marte de cinco gramos decorando su escritorio que alude a este hecho.
"En los más de 3.500 millones de años transcurridos desde la aparición de la vida en la Tierra, trillones de otras rocas han realizado viajes similares", afirma Benner. "Si la microbiota de Marte existe y puede causar estragos en la biosfera de la Tierra, ya ha ocurrido, y unos cuantos kilos más de la NASA no supondrán ninguna diferencia".
charlie778
siempre y cuando no se lleven cucarachas a Marte todo bien...
retorta
¿Y nadie ha pensado en la contaminación diabólica?
Tendremos que evitar que lleguen a la tierra los demonios de Marte.
Propongo un regimiento de exorcistas y marines espaciales.
Ya está cerca el debut de Ejercito de Aire y de Espacio.
carlos_alonso
hemos venido a jugar
Elaphe
Yo creo que merece la pena correr el riesgo, sobre todo si lo que traen de Marte es un bicho tan chulo como el de la película Life.
nexus01
Dejando de lado el hecho de que el ambiente marciano es tremendamente distinto del terrestre, por lo que la supuesta vida marciana debería pasarlas tan putas en la Tierra como la nuestra en Marte... El caso es que no es necesario que hagamos nada que trozos de Marte lleguen a la Tierra.
La Tierra es bombardeada de forma constante por pequeños asteroides procedentes de todo el sistema solar, incluidos los de origen marciano.
Incluso existe la teoría de que durante la infancia de Marte, este fue habitable, desarrolló vida y alguna que otra espora acabó en la Tierra a bordo de un asteroide de origen Marciano y dichas esporas son el origen de la vida en la Tierra. No creo que se llegue a poder demostrar o desmentir, pero no es imposible y de ser cierto... Todos somos marcianos.
danielmarin2
Estamos acercándonos a Skynet con las IA, pero no les parece suficiente y se quieren traer un Alien de Marte 😂
Al final las pelis van a tener razón 😜
Usuario desactivado
🏖️
stradivarivs
De los creadores de "nos controlan con el 5G" y de "plandemia", presentamos el futuro clásico del cine de retrasados:
"las bacterias de Marte que nos enferman".
Próximamente en tus grupos de WhatsApp.
federicofernandez
La vida desarrollada en un planeta no puede sobrevivir en otro distinto, así que no hay riesgo alguno.
mjma59
No puedes viajar a otro país con determinadas plantas y se nos ocurre traer muestras de Marte. Un poco arriesgado ¿no?.
Usuario desactivado
Es una forma estupenda de camuflar fugas de virus de laboratorios biológicos.