Lo más probable es que el asteroide 2024 YR4 no impacte con la Tierra, pero ajeno a todo el revuelo que se ha montado en nuestro planeta, ha pasado ya a la historia como el primer objeto que hizo saltar los protocolos de defensa planetaria establecidos en 2018 por la ONU.
Esta alarma recién estrenada salta cuando se detecta un objeto cercano a la Tierra de más de 50 metros con una probabilidad de impacto superior a un 1%. Los dos organismos promovidos por Naciones Unidas que definieron los protocolos y coordinan las actuaciones son la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor para la Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG). La Agencia Espacial Europea (ESA) forma parte de ambos y es, junto con la NASA, la responsable de incorporar cada día nuevas observaciones del asteroide 2024 YR4 para revisar su probabilidad de impacto.
La cara visible de estos esfuerzos en la ESA es un ingeniero español llamado Juan Luis Cano. Como coordinador del Servicio de Información de la Oficina de Defensa Planetaria de la ESA, su trabajo es el centro del mundo durante unos minutos al día, desde hace varias semanas. La ESA pide a algunos de los observatorios más grandes del mundo que sigan el asteroide, luego utiliza estos datos para mejorar la estimación de su trayectoria, y la oficina que coordina Juan Luis Cano informa al mundo del último pronóstico.
De la misión española Don Quijote a la Defensa Planetaria de la Unión Europea
Juan Luis Cano es ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid (promoción de 1994). Fue becario en el Centro de Investigación y Desarrollo de la ESA (ESTEC) en Holanda, donde se dedicó a estudios de aerotermodinámica y reentrada de vehículos en la atmósfera. Trabajó en la empresa española GMV desde el Centro de Operaciones Espaciales de la ESA (ESOC) en Alemania. Y acabó volviendo a España para cofundar Deimos Space, donde fue responsable de la sección de Análisis de Misión.
Como especialista en mecánica orbital y mecánica celeste, la base para calcular el movimiento de los objetos en el espacio exterior, acabó enfocado en misiones a asteroides y defensa planetaria. Cano fue uno de los impulsores del proyecto Don Quijote, una misión pionera que propuso desviar un asteroide con un impactador cinético. Precursora de las sondas DART y Hera, Don Quijote es una historia agridulce porque demuestra que pudo ser la ESA, y no la NASA, la primera agencia espacial en desviar un asteroide.
Don Quijote era un proyecto español liderado por Deimos que fue seleccionado por la ESA para investigar si se podía desviar un asteroide estrellando una sonda contra él. Consistía en dos naves: Hidalgo y Sancho. Su objetivo era un asteroide de medio kilómetro de diámetro. Sancho se encontraba con el asteroide unos meses antes que Hidalgo; lo medía y clavaba en él sismómetros, que darían datos sobre su estructura interna. Una vez recopilados estos datos, Hidalgo se lanzaba como un kamikaze contra el asteroide, a una velocidad relativa de al menos 10 kilómetros por segundo. De esta manera, lo desviaría. Algo que la NASA acabó demostrando con DART y el pequeño asteroide Dimorfo. La misión europea Hera, sucesora de Don Quijote, fue lanzada para estudiar, simplemente, los defectos de DART.
En cuanto a Cano, también trabajó en las misiones BepiColombo, Solar Orbiter, ExoMars, JUICE y Proba-3. En junio de 2017 se convirtió en el director de operaciones del Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra (NEOs) de la ESA, que tiene sede en Roma. En 2019 pasó a ser el Coordinador del Servicio de Información de NEOs de la Oficina de Defensa Planetaria de la ESA, donde estos días no para de atender a los medios y hacer un seguimiento exhaustivo de 2024 YR4. Lo entrevistamos por videollamada desde ESOC.
Entrevista a Juan Luis Cano, cara visible de la Oficina de Defensa Planetaria de la ESA
Me imagino que son días intensos.
Sí, bastante. Pero bueno, para eso estamos.
Cómo llegas a este puesto.
Yo soy ingeniero aeronáutico de formación, aunque desde que empecé la carrera quería trabajar en el espacio. Acabé la carrera, enseguida vine a trabajar a la ESA y estuve trabajando tanto de becario como de contratista. Luego formé parte de una compañía en España durante bastantes años y ya a partir del año 2017 entré a la Oficina de Defensa Planetaria a través de mis conocimientos de mecánica orbital, determinación orbital y mecánica celeste, que es todo lo que necesita uno para poder calcular el movimiento de objetos en el espacio exterior, una de las disciplinas que necesitamos aquí, en este campo.
Habiendo ya entrado ahí. pues fui evolucionando un poco y ahora soy responsable de las actividades que la Comisión Europea nos ha delegado en el campo de la defensa planetaria en la ESA. También soy responsable de desarrollos de software que estamos haciendo aquí en nuestra oficina, y de distribución de toda la información que producimos.
Estas jornadas están siendo especialmente intensas debido a esa activación que ha que se ha hecho de los protocolos de actuación de defensa planetaria. Estamos teniendo que observar este objeto con más detenimiento. Tenemos que coordinar la colaboración de más observatorios, de más instrumentación, del telescopio espacial James web, del que hemos conseguido horas de observación un grupo internacional formado por gente de la ESA, la NASA y otros investigadores. Y luego una labor de comunicación bastante potente.
¿Cómo de insólito es esto? ¿Va a ocurrir con más frecuencia a medida que avancen las tecnologías de detección de objetos cercanos a la Tierra?
Los protocolos de actuación se establecieron en el año 2018 a raíz de la creación de dos instituciones que la ONU había promovido: la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor para la Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG). Estos dos grupos se establecieron en 2014 y, después de una serie de años discutiendo, diseñaron los protocolos. Es la primera vez que se invocan estos protocolos.
El caso que tenemos entre manos, de 2024 YR4, es el más relevante de los últimos 20 años después del que protagonizó Apofis a final del año 2004. Apofis alcanzó un nivel 4 en la escala de Turín, pero rápidamente encontramos pre-discovery, o sea observaciones más antiguas del asteroide, que nos permitieron extender la observación seis meses y tener un cálculo mucho más preciso de la órbita de Apofis. A los pocos días, esa valoración de la escala de Turín bajó radicalmente. Ese es el caso más relevante que hemos tenido.
Uno puede pensar que un asteroide estadísticamente choca o no choca. Cuáles son las observaciones que están llevando a que la probabilidad de impacto suba de un día para otro.
Si me permites el símil, esto es como cuando uno está en unas semifinales de algo. Imagínate que estás en dieciseisavos y hay 32 equipos y pasas a la siguiente ronda. Tú no sabes si vas a ganar el campeonato, pero al pasar de ronda, has aumentado tus probabilidades de ganarlo. Es algo parecido.
Cuando aumentamos el número de observaciones, se da el caso de que vamos reduciendo la incertidumbre asociada al conocimiento que tenemos de la trayectoria de este objeto, entonces si reducimos esa incertidumbre y la Tierra sigue ahí en el momento en el cual hemos calculado que puede haber un impacto, la proporción que ocupa la tierra en esa incertidumbre es mayor porque se ha hecho más pequeña, y la Tierra se mantiene ahí, con lo cual eso hace que la probabilidad de impacto crezca.
¿Y cuando baja? (El día que publicamos esta entrevista, la ESA estimaba un 1,4% de probabilidad de impacto, frente al 2,8% del día anterior).
Cuando mejoramos la precisión de las observaciones, también hay un deslizamiento de esa distribución. La Tierra está moviéndose un poquito dentro de esa distribución de impacto, y como esto es una distribución normal, una gaussiana, pues aunque a lo mejor esa dimensión no haya cambiado mucho, al moverse un poco la Tierra se ha salido de la parte central de la distribución y ha caído un poquito la probabilidad.
Qué observatorios hay ahora mismo dedicados a esto.
Los protocolos se activan cuando existe más de un 1% de probabilidad de impacto. Lo que hacemos entonces es solicitar formalmente a muchos telescopios que observen este objeto de una manera extraordinaria. Sobre todo telescopios con buenas prestaciones.
Además se da la situación de que como el cuerpo lo descubrimos justamente cuando pasó cerca de la tierra y desde ese momento se ha estado alejando, pues cada día que pasa se va volviendo más tenue. Al estar más lejos, tenemos menos capacidad de verlo. Y lo que sucede es que cada vez necesitamos telescopios más potentes, que tengan más de dos metros de diámetro.
Las actividades que hacemos una vez que el nivel de peligrosidad, por llamarlo de alguna manera, ha alcanzado ese 1%, es involucrar y solicitar la ayuda y la colaboración de telescopios cada vez más grandes, hasta que llegue un momento, a principios de abril, que ni siquiera el telescopio más grande que tenemos a día de hoy, que es el Gran Telescopio de Canarias, de 10 metros de diámetro, será capaz de llegar. Y esa es una de las razones por las que se han pedido horas del telescopio Webb para seguir observándolo.
El James Webb va a ser capaz de extender ese arco de observación hasta mayo, pero también de una manera muy relevante por el hecho de que cuando observamos asteroides en el visible con telescopios normales no podemos determinar muy bien el tamaño que tienen. 2024 YR4 tiene un intervalo de entre 40 y 100 metros, y eso es debido al hecho de que cuando observamos un objeto en el visible no sabemos si estamos observando algo que es muy oscuro pero es grande o es muy brillante pero es pequeño.
Hay una incertidumbre ahí asociada al nivel de reflectividad que tiene el objeto. No somos capaces de determinar con mucha precisión el tamaño que tiene. Sin embargo, con la ayuda del James Webb, que es un telescopio que funciona en el infrarrojo, es muy útil a la hora de poder determinar el tamaño de estos objetos. Por eso es muy importante también tener medidas del James Webb, porque nos va a pedir acotar de una manera mucho más precisa el tamaño del asteroide.
Por qué se dice que a partir de 2028, cuando vuelva a ser visible, la probabilidad de impacto probablemente bajará a cero.
Date cuenta de que habremos tenido todas las observaciones que hemos tenido en estos meses más una observación en el futuro, dentro de cuatro años. Con todo ese arco extendido de observaciones tan largo vamos a ser muy capaces de calcular la órbita ya con muchísima precisión. Entonces ese incremento de precisión es lo que nos va a permitir ya dilucidar si el objeto va a impactar, con lo cual se irá a cero o alcanzará el 100%.
A día de hoy lo más probable es que efectivamente se vaya a cero. Incluso es muy probable que se vaya a cero en abril cuando acabemos de observar este objeto, cuando ya dejemos de poder observarlo.
De cuántos megatones sería el impacto en el peor de los casos.
La realidad es que el nivel de destrozo de potencia que tiene este impacto es directamente proporcional al tamaño del objeto. Entonces que alguien hable de un valor concreto es absolutamente erróneo porque como te he dicho, a día de hoy tenemos una incertidumbre de entre 40 y 100 metros en el tamaño del objeto.
Su volumen crece con el cubo del tamaño, o sea que si yo tengo un factor de dos de desconocimiento en el tamaño (fíjate que puede ir desde 40 a 80, 100 metros es el doble casi), eso significa que en tamaño es dos elevado al cubo o sea entre 8 y 10 veces. Podemos estar hablando de una diferencia de 10 veces la potencia que podría infligir entre el tamaño más pequeño y el más alto.
Así que nosotros preferimos hablar de que existe un rango de potencias de la explosión que va entre los 5 y los 50 megatones vale. Tenemos que hablar de un rango relativamente amplio de potencias de impacto
¿Hay alguien ahora mismo en la ESA investigando cómo desviarlo?
Tenemos grupos específicos que se dedican a eso. Yo de hecho soy un especialista en ese tipo de temas. Estuve involucrado en el proyecto Don Quijote hace 20 años, que se propuso a la ESA, luego la misión Hera...
El SMPAG está esperando a que conozcamos un poquito mejor la órbita y sobre todo el tamaño del objeto por lo que te decía antes. El James Webb va a ser muy importante para determinar el tamaño, nos va a permitir saber la energía que llevaría asociada ese impacto dentro del rango este que te he dicho. Entonces van a esperar hasta mayo, cuando ya se tenga la información del James Webb y se hayan obtenido ya las últimas medidas astronómicas que nos permitan saber si el objeto va a permanecer en la lista de riesgo.
A día de hoy sabemos con una probabilidad del 90% que cuando llegue mayo vamos a ser capaces de eliminar el objeto de la lista de riesgo. O sea, hay 9 de 10 posibilidades de que el objeto en mayo ya no signifique un peligro para nosotros porque ya habremos determinado su trayectoria con precisión suficiente como para descartar cualquier posible impacto con la Tierra.
¿Pero existe una fecha límite para enviar un impactador cinético, por ejemplo?
Eso sería parte de lo que investigaríamos dentro de SMPAG, si en mayo se ve que todavía hay una probabilidad seria de impacto. Hemos acordado sentarnos en ese momento para discutir qué se podría hacer porque luego hay otro tema también que cabe destacar y es que esos criterios de actuación distinguen muy claramente entre si el objeto es mayor de 50 metros o menor de 50 metros.
Si fuera menor de 50 metros, lo que se acordó dentro de las discusiones de este grupo, el de SMPAG, es dejarlo caer y evacuar la zona de impacto, si es que cae en la tierra. Si cae en el mar es otro tema. Y si fuera mayor de 50 metros, pues ver qué misión se podía lanzar. Peroa día de hoy pensamos que cuando llegue abril-mayo, en el 90% de los casos vamos a ser capaces de eliminar este riesgo.
Cómo era un día de trabajo normal en la Oficina de Defensa Planetaria de la ESA antes de que llegara 2024 YR4.
Nosotros tenemos tres grupos de trabajo específicos. Un grupo de astrónomos, que son gente que se dedica a observar asteroides: cuáles nos interesan, de cuáles nos interesa obtener más medidas... Luego tenemos un grupo que se dedica a la mecánica celeste, a la astrodinámica, o sea a calcular las órbitas, el riesgo de impacto en los próximos 100 años... Y luego tenemos un tercer grupo que se dedica a las misiones espaciales allí, a discutir qué podríamos hacer en el caso de que descubriéramos un objeto peligroso.
Esos tres grupos de trabajo están trabajando a diario. A día de hoy estamos descubriendo unos 3.000 objetos cercanos a la Tierra al año. O sea que este proceso lo estamos haciendo sistemáticamente para esos 3.000 asteroides más los anteriores que teníamos. Porque tenemos a día de hoy unos 1.700 objetos, de los 37.500 objetos cercanos a la Tierra, en nuestra lista de riesgo.
Es verdad que todos con una probabilidad de impacto muy, muy pequeña. Con una escala de Torino de cero. Pero aun así nosotros tratamos de eliminar todos los objetos que podemos de la lista de riesgo obteniendo más más observaciones y reprocesando la información que tenemos para calcular las nuevas órbitas, calcular las nuevas probabilidades de impacto...
Son unos 3.000 asteroides nuevos cada año y esta cifra se va a multiplicar probablemente por cinco o por más cuando a partir de finales de este año se ponga en marcha el telescopio Vera Rubin y cuando a partir del año que viene se ponga en marcha el telescopio Flyeye de la ESA, que va a estar escaneando el cielo todas las noches para descubrir más objetos. Y cuando se ponga en marcha el telescopio espacial NEO Surveyor de la NASA a partir del año 2027.
Así que tenemos una proyección de trabajo bastante grande porque nos faltan millones de objetos cercanos a la Tierra todavía por descubrir. Tenemos estimaciones de cuál es la población de esos objetos y sabemos que nos faltan millones. De 300 a 1.000 metros hay unos 7.000. De 100 a 300 metros hay unos 27.500. De 30 a 100 metros hay unos 600 000. Y ya de entre 10 y 30 metros hay entre 40 y 50 millones.
El caso de Chelyabinsk que ocurrió en 2013 estaba en este rango de los 20 metros. El caso de Tunguska era de unos 50 metros. 2024 YR4 está en ese rango bajo. Hemos descubierto unos 12.000 en este intervalo. O sea que es muy importante esa labor que se está haciendo por poner más medios para descubrir estos objetos. Porque quedan muchos por descubrir.
Imágenes | ESA
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