La primera ministra de Dinamarca llega a Groenlandia para mostrar “unión” frente a la presión de Estados Unidos
“Necesitamos estar juntos en estos momentos difíciles”, asegura el futuro líder groenlandés tras dar la bienvenida a Mette Frederiksen


Mette Frederiksen, la primera ministra de Dinamarca, ha aterrizado este miércoles en Groenlandia para mostrar el compromiso de Copenhague con su antigua colonia. La visita de la mandataria responde a la creciente presión de Washington para hacerse con el control de la gigantesca isla ártica, parte integrante del reino danés. “Groenlandia es de los groenlandeses. Estados Unidos no va a hacerse con ella”, ha subrayado Frederiksen poco después de su llegada a Nuuk, la capital del territorio autónomo.
Al inicio de su visita de tres días, Frederiksen se ha reunido con el primer ministro groenlandés en funciones, Múte Egede, y con el entrante, Jens-Frederik Nielsen. El futuro dirigente de la isla, cuyo partido, Demokraatit (Los Demócratas), ganó con el 30% de los votos las elecciones del 11 de marzo, presentó el pasado viernes una amplia coalición de gobierno que incluye a todas las fuerzas parlamentarias salvo a Naleraq, una formación radicalmente independentista, y la única dispuesta a estrechar los vínculos con Estados Unidos. Frederiksen ha resaltado que el objetivo principal de su visita es mostrar “unión” frente a la “presión” de Estados Unidos “con respecto a la soberanía, fronteras y futuro”.
Nielsen, que se convertirá a sus 33 años en primer ministro groenlandés el próximo lunes, ha declarado tras dar la bienvenida a Frederiksen: “Necesitamos estar juntos en estos momentos difíciles en los que se encuentra Groenlandia. Y cuando Groenlandia está en una situación difícil, también lo están el reino de Dinamarca y Europa”.

Los Demócratas, y otros dos partidos en la coalición de gobierno, defienden que Groenlandia, que tiene tan solo 57.000 habitantes, se independice en el futuro de Dinamarca, pero tras un proceso gradual en el que se refuerce la economía de la isla, que aún depende en gran medida de las subvenciones de Copenhague. El estatuto de autonomía regula la posibilidad de poner en marcha el proceso de autodeterminación, aunque la última palabra corresponde al Parlamento danés.
Frederiksen anunció el pasado sábado su viaje, menos de 24 horas después de que J. D. Vance, vicepresidente de Estados Unidos, acusara en Groenlandia al Gobierno danés de no haber invertido lo suficiente para garantizar la seguridad de la isla. “Creemos que los groenlandeses van a elegir ser independientes, y luego vamos a tener conversaciones con ellos a partir de ahí”, amenazó Vance, rodeado de militares, desde Pituffik, la base espacial que la primera potencia mundial mantiene desde la II Guerra Mundial en el remoto noroeste de Groenlandia.
Críticas a Vance
La primera ministra danesa calificó de “injustas” las declaraciones de Vance. “Dinamarca es un aliado bueno y fuerte para todos en la OTAN. Hemos aumentado el gasto en defensa significativamente. Y hemos estado al lado de los estadounidenses en situaciones muy difíciles durante años”, sostuvo la líder socialdemócrata.
A finales de enero, poco después de que Donald Trump volviera a la carga con la idea de anexionar Groenlandia a Estados Unidos —de una forma mucho más amenazante e insistente que en su primer mandato—, Copenhague anunció una inversión de 14.600 millones de coronas danesas (1.960 millones de euros) para reforzar la defensa de la inmensa isla helada con la adquisición de tres buques de guerra, aviones no tripulados de largo alcance, radares y satélites. “Vamos a mejorar las capacidades de vigilancia y a mantener la soberanía en la región”, declaró entonces el ministro de Defensa, Troels Lund Poulsen. “Debemos afrontar el hecho de que existen serios desafíos en materia de seguridad y defensa en el Ártico y el Atlántico Norte”, agregó.
Groenlandia, la isla más grande del mundo, situada entre el océano Atlántico y el Ártico, es rica en recursos naturales y tiene un valor geoestratégico cada vez mayor. El cambio climático está reconfigurando la región más septentrional del planeta, con la apertura de nuevas rutas marítimas y la posibilidad de explotar minerales e hidrocarburos que hasta hace nada eran inaccesibles. El deshielo ha convertido el Ártico en una región vital para los intereses económicos y militares de Rusia, China y Estados Unidos; y Trump insiste en que el control de Groenlandia es esencial para contrarrestar la influencia de Pekín y Moscú en la zona y “garantizar la seguridad nacional e internacional”.
Groenlandia pasó a ser una colonia danesa a principios del siglo XVIII. En 1979 se convirtió en un territorio autónomo del reino de Dinamarca. Y en 2009, Copenhague transfirió la gran mayoría de competencias al gobierno local, aunque la defensa, la política exterior o la monetaria aún dependen plenamente del Gobierno danés. En los últimos años, la relación entre Groenlandia y su antigua metrópoli se ha deteriorado por la revelación de varios episodios de abusos y maltrato contra la población indígena —niños arrancados de sus familias y mujeres esterilizadas— en la etapa final del periodo colonial. Frederiksen, que sostiene que “solo al pueblo groenlandés le corresponde elegir su futuro”, se disculpó en 2022 por “el trato inhumano, injusto y despiadado” que sufrieron algunos inuit en los años cincuenta.
Este miércoles, The Washington Post ha publicado que la Casa Blanca está compilando ya estimaciones de cuánto le costaría adquirir y administrar Groenlandia. Según el periódico estadounidense, la Administración Trump está estudiando la oferta económica que se podría plantear a los groenlandeses para que acepten la anexión a Estados Unidos, el coste que supondría prestar servicios federales en el territorio, e incluso estimar los ingresos que implicaría la explotación de sus recursos naturales. Una encuesta de enero reflejó que solo el 6% de los groenlandeses estaba a favor de la incorporación a Estados Unidos. Un 84% era partidario de la independencia de Dinamarca, aunque la mitad de ellos solo respaldaría la autodeterminación si esta no perjudicara a su calidad de vida.
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