En 1875, unos científicos alemanes descubrieron unas curiosas bacterias espirales en el epitelio de un estómago humano. Intentaron cultivarlas y estudiarlas con detalle, pero todos sus intentos fueron inútiles, así que rápidamente la comunidad científica se olvidó de ellas.
No fue la última vez que nos encontramos con ellas. En 1892, Giulio Bizzozero encontró esas mismas bacterias en el estómago de los perros y, siete años después, Walery Jaworski las encontró en sedimentos de lavados gástricos humanos. Todas esas veces pasó lo mismo: nada.
La más absoluta de las nadas.
Y un siglo después, en 1979, Robin Warren la redescubrió y un par de años después, junto a Barry Marshall, las aisló, las cultivó y las pudo estudiar. "¿Y qué más da?", se preguntarán muchos. "Muchísimo", sería la respuesta. Y es que en 1984, Warren y Marshall se dieron cuenta de que eran esas células las que estaban detrás de todas las úlceras gástricas y las gastritis más comunes del mundo.
Ni el estrés, ni la comida picante; unas curiosas bacterias espirales: la Helicobacter pylori.
Una bacteria fascinante. Porque las estimaciones más fiables nos dicen que la H. pylori está presente en los estómagos de una de cada dos personas que viven en el planeta. En la inmensa mayor parte de los casos, estas bacterias no causan ningún problema; pero en algunos casos, los destrozos eran enormes.
Sobre todo, porque durante siglos (durante los 50.000 años en las que nos han acompañado) no supimos cómo tratar la enfermedad. El cambio fue copernicano. De hecho, Warren y Marshall ganaron el Nobel en 2005.
Pero, si tenemos tratamiento... ¿por qué sigue dando problemas? Desde al menos 1994, los antibióticos son el tratamiento de elección para este tipo de úlceras. El problema es que, como explicaba la experta en nutrición Ángela Quintas, acabar con ellas es difícil. Muy difícil.
Aún así no nos va mal. Frente a la famosa estadística del 50%, solo el 6% de los niños de los países desarrollados lo tienen en su organismo. "Hay varios factores en juego a propósito de este descenso", reflexionaba nuestro compañero Sergio Parra. "Pero los antibióticos podrían ser los principales responsables".
Cuando el futuro lo llevamos dentro. En un contexto en que el SIBO se ha convertido en uno de los grandes temas de conversación, las preguntas sobre el impacto de los antibióticos (y los nuevos hábitos alimenticios) en la microbiota están encima de la mesa.
Llevamos demasiado tiempo construyendo dietas, enfoques terapéuticos y recomendaciones nutricionales de espaldas a lo que ocurre a nuestros estómagos. Eso está empezando a cambiar, es verdad. Pero no lo suficientemente rápido y, poco a poco, todo este campo va siendo pasto de la pseudociencia y la evidencia anecdótica.
Imagen | Ed Uthman | Alexander Grey
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9 comentarios
jorsus
100% clickbait.
0% de información.
Os estáis luciendo en hacerlo mal, mucho mas que de costumbre y eso es mucho mucho mucho decir.
metacorp
Al ver el titular, esperaba encontrar eas consecuencias inesperadas, pero se ve que no
jotapunto
Esto... ¿Se ha perdido el resto del articulo o era solo clickbait?
emiliano8
Y la informacion? Que basura de articulo jaja
overledge
Gracias por haberme hecho perder el tiempo en leer un artículo completamente vacío de información, podría haberse titulado perfectamente "historias y visicitudes del helicobacter pylori".
lordpatata
Un artículo un tanto decepcionante. El arranque de la historia es bueno pero su final es precipitado, me he quedado como estaba. ¿O me tengo que ir leyendo cada uno de los 11 links si quiero sacar mis propias conclusiones?
Un saludo!
fomlimalma
Clickbait descarado y todavía haciendo copy paste de un articulo en ingles... pero quien usa el acrónimo SIBO en el ámbito sanitario hispanohablante??