Desde hace años estamos escuchando que el software de los coches será clave a la hora de elegir vehículo. Las posibilidades que ofrecen son numerosas pero, de momento, las compañías tradicionales parece que no han podido sacar rendimiento económico al mismo. BYD, sin embargo, regala su "Ojo de Dios" que promete ser decisivo a la hora de comprar el coche.
Su "Ojo de Dios" puede ser lo de menos.
¿Qué es el "Ojo de Dios"? Así es como BYD llama a sus sistemas de ayuda a la conducción o conducción automatizada (bajo supervisión). En ellos se contempla, evidentemente, desde los sistemas de control de crucero adaptativo hasta los servicios de aparcamiento en remoto, donde envías las órdenes desde el teléfono móvil y el coche aparca solo.
Toda una guerra de precios. Hace unos días, la compañía China confirmó que incluirá estos sistemas de manera completamente gratuita en todos sus coches, sin importar el precio de los mismos. El anuncio cayó como una bomba en la industria ya que este tipo de ayudas siempre se han utilizado para atraer clientes a una marca.
Tesla, por ejemplo, presume de su Autopilot y durante años ha vendido su Full Self Driving (FSD) como la gran promesa de una conducción completamente autónoma en todos los coches preparados para ello. XPeng en China han basado su crecimiento en este tipo de funciones y es uno de los motivos que han atraído a Volkswagen para una colaboración entre ambos fabricantes.
Poner a disposición de todos los compradores estos sistemas, independientemente de que paguen decenas de miles de euros por un coche o unos pocos miles de euros, abre una guerra de precios en un frente que no se había visto hasta ahora. Además, pone el software como elemento central para decidir una compra.
Definidos por software. Durante años hemos escuchado a los fabricantes decir que los vehículos del futuro estarán definidos por el software y que será un valor añadido al propio vehículo. China ha demostrado, incluso, que se trata de un elemento central, como veremos.
En Europa, sin embargo, estamos en las capas superficiales. Hablamos de si un coche es más o menos tecnológico porque utiliza Android Automotive, su capacidad de personalización del mismo o si ha optado por un desarrollo propio que añade distinción a la marca y el modelo.
Pese a ello, los ingresos generados son casi inexistentes. Los fabricantes han dado palos de ciego hasta el punto de que Volkswagen ha tenido que retrasar el lanzamiento de modelos clave (Porsche Macan y Audi Q6 e-tron) y buscar ayuda en China o BMW ha tenido que dar marcha atrás a suscripciones polémicas como la calefacción de los asientos. Suscribirse, sin embargo, a las funciones de conducción autónoma sí parecía un camino perfecto para empezar a rentabilizar los esfuerzos.
Un puente. Pero, ¿y si el dedo apunta a la luna y nosotros estamos mirando al dedo? Eso es lo que piensa Tu Le de SINO Auto Insights. Le ejerce labores de consultoría relacionadas con el software y participa habitualmente en medios como Financial Times, Nikkei o The Economist, entre otros.
En su newsletter, Le apunta a que para entender el "regalo" de su "Ojo de Dios" a los compradores no hay que mirar exclusivamente a las ventas de coches que puede convertir BYD, hay que mirar al jugo que le puede sacar a una conducción altamente automatizada.
Si la gente puede activar un sistema de nivel 2+ o nivel 3 (durante situaciones de tráfico lento), eso abre enormes oportunidades potenciales para vender servicios, entretenimiento y otros, mientras la gente se desplaza en estos atascos. Piense en una llamada de Zoom durante un atasco. Piense en ver una película. Jugar a un videojuego.
Una primera aproximación. Lo que afirma Le tiene todo el sentido del mundo. La industria del automóvil china está convirtiendo al coche en un chasis con cuatro ruedas que llega completamente definido por el software. De hecho, no hace falta más que ver unos vídeos de lo que allí se presenta en cada salón del automóvil para comprobar que el coche es ahora un cajón de sastre donde ver películas, jugar videojuegos o disfrutar de un karaoke.
También lo contaba bien Kevin Williams para Inside EVs. En su artículo explicaba cómo los fabricantes occidentales se han quedado completamente obsoletos ante lo que ofrece el interior de un coche chino. Una posición que se defiende fácil si atendemos al discurso que el cliente local empieza a tener sobre los automóviles europeos y los locales.
En marcha. De lo que habla Tu Le en su entrada semanal es que el negocio verdadero de BYD puede estar en todo lo que ofrezcan sus coches una vez se comporten como vehículos autónomos a baja velocidad. Es un nivel de autonomía relativamente fácil de alcanzar para el fabricante ya que para el coche es sencillo conducir por sí mismo en un atasco. Los Mercedes ya pueden hacerlo en lugares concretos a velocidades inferiores a 60 km/h.
BYD y cualquier otro fabricante tiene la oportunidad de tener una tienda propia con aplicaciones que compitan por la atención del... ¿conductor? Es trasladar el negocio de las aplicaciones del teléfono móvil al coche, cobrando un porcentaje por descarga al dueño de la aplicación para que pueda ponerse en funcionamiento en el vehículo. Eso descontando que no sea el propio fabricante del vehículo el que ofrezca estos servicios de entretenimiento o para la productividad laboral.
Un mercado particular. Hay que entender las particularidades del mercado chino. Allí, las ciudades son gigantescas y el conductor se pasa, de media, más de 45 minutos para llegar al trabajo a diario. Esos más de tres cuartos de hora, sin embargo, apenas suponen menos de 30 kilómetros de trayecto, por lo que la velocidad media es muy baja.
Esto es decisivo a la hora de entender los coches ofrecidos. Las propias marcas chinas nos han explicado que los trayectos que allí se realizan en coche suelen ser urbanos y que rara vez cubren largas distancias como en Europa y Estados Unidos. Por eso tienen coches donde se prima el espacio para las plazas traseras, se le quita al maletero... y se da prioridad a los sistemas de infoentretenimiento.
Esto último ha sido clave para entender la evolución del mercado. Cada vez más el cliente prefiere dar prioridad a los controles por voz del vehículo, su conectividad con el teléfono móvil, pantallas gigantescas y el acceso a cualquier otro servicio que le ayuda a "expandirse" más allá del propio coche.
Foto | BYD
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