La última vez que mi padre compró un coche fue en 1999. Se gastó el equivalente a ocho salarios y no recuerdo que visitara más de dos concesionarios. En cuanto un vendedor le tocó la fibra adecuada con un modelo que le entró por los ojos consideró que ya había visto suficiente y a las dos semanas salió por la puerta estrenando berlina.
El primer coche que yo compré nuevo fue en 2017, justo antes de la madre de todas las subidas. Pasé por nueve concesionarios, vi no menos de diez horas de vídeos de YouTube para aprender de ese mercado y que no me diesen gato por liebre e hice kilómetros de scroll leyendo experiencias ajenas.
Al final no tardé demasiado en comprarlo, pero viví la diferencia entre la época previa a Internet y la actual, donde si algo nos atropella es la cantidad de información disponible. Tierra fértil para la parálisis por análisis.
El auténtico scroll infinito
Esa parálisis por análisis, el estado en el que la sobreinformación y el exceso de investigación y escrutinio nos impiden tomar acción, se ha manifestado en más ocasiones. Lo de elegir qué televisor comprar se me fue de las manos, pero al menos compré uno con el que estoy muy contento. Con la silla del despacho la historia acabó peor: no llegué a comprar ninguna y sigo con la Markus.
No creo que hubiese experimentado ese bloqueo en 1999, cuando todo pasaba por visitar unos grandes almacenes, aposentar las posaderas en varias y elegir la más pintona con un precio razonable.
Si eliges la opción de la información online vas a empezar a interiorizar temores: que no sea la mejor opción para mi columna, que no me termine de hacer a ella, que esté descartando la que realmente cuida mi postura, que esté pagando el triple por no buscar alternativas chinas más económicas.
Si encima se trata de una búsqueda de un producto que no es fácil encontrar en comercios físicos, porque la mayoría se venden online y ya no podemos ni probarlos, la parálisis puede ser aún mayor.
Todavía sigo con la Markus, posponiendo el momento de la renovación hasta que mis glúteos digan basta, pero cada vez intento plantear mis compras de una forma más similar a la de 1999 y menos a la de la silla.
Seguramente mi padre se perdió alguna opción interesante por no darse un paseo para ver otras marcas, pero no creo que tuviera muchas preocupaciones en la cabeza, que al final es una sensación que también vale bastante dinero.
Algo así aspiro a hacer con compras que no sean demasiado trascendentales: aceptar el riesgo, confiar en la intuición, delegar la decisión en alguien de confianza que sepa del tema y dejar de buscar información en cuanto el producto me llega a casa.
La mejor decisión es la que nos permite avanzar en lugar de mantenernos preocupados durante demasiado tiempo.
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En Xataka | Me he pasado a los teclados mecánicos y ya no hay vuelta atrás: ahora entiendo a sus entusiastas
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10 comentarios
Trocotronic
Se llama síndrome de Netflix: pasarte horas y horas viendo qué ver y al final no tener tiempo de ver nada.
PD: no quiero ver al editor en la tesitura de tener que comprarse una casa, la palma antes de pagar arras (es bromuro, no me baneéis por favor).
xevi.lopez.79
Totalmente de acuerdo
Tener información es bueno, pero tener adicción a la información no tanto
Y ahora estamos en eso, nos llegan tantos inputs por tantos sitios, que puede acabar generando bloqueos
Además que en el plano comercial, no valoramos el que un comercial/vendedor, si es bueno y conoce bien su producto, sabrá darnos sus virtudes mucho mejor que nuestra ardua búsqueda por la red
Con la consiguiente perdida de tiempo personal para otras cosas, pero eso sí era más barato que en la tie da física....
Hacer todo online, igual no es lo mejor ni de lejos y en las compras tampoco
cefalopodo
Simplemente hay que entender que no sólo hay una opción buena y ninguna perfecta. Se mira un poquito, se lee alguna opinión o análisis y para adelante, al final son decisiones sin demasiada trascendencia.
cmgFX2
idem. da igual que sea para mi o para amigos/familiares;
me puedo tirar semanas, meses de investigacion, videos, foros... cientos de pestañas abiertas, para conocer las tecnologias implicadas, las novedades y relaciones calidad-precio.
hay cosas que llevo años (como la silla) y sigo sin decidirme.
se que es un problema, no es sano, pero tampoco se como solucionarlo porque me siento incapaz de no investigar. no puedo comprar algo sin pensar. ni siquiera unos calzoncillos o una camiseta...
acresent90
Totalmente de acuerdo y no pasa solo con las compras, cuando debemos tomar una decisión en la vida, y la sobre analizamos, es más difícil tomar la decisión. O cuando hay demasiadas opciones, por ejemplo a la hora de comer en un restaurante y hay muchas opciones en el menú y pides lo mismo de siempre por no tener que matarte la cabeza con tantas posibilidades 🤯🤯🤯
Nost
Me pasa mucho. Miro y miro y busco y leo y vuelvo a buscar y me tiro horas repasando miles de webs y opiniones y precios y a veces las opciones son infinitas. Y acabo días dando vueltas a lo mismo hasta que por fin encuentro lo que me cuadra, aún sin estar cien por cien convencido. Y es como una liberación cuando te lo quitas de encima. Hasta la siguiente nueva elección o compra importante.
La información es clave pero en exceso de información aturde.
Me pasa con los hoteles, con Amazon compras, con tecnología, con coches, con seguros... Siempre buscando los pros y contras.
El sabio, cuanto más sabe, más duda.
Alita
Esto pasa a mucho por ser precavidos, por ejemplo, antes de comprar bitcoin. años investigando...
Lo contrario de las compras compulsivas. si es que hoy en día no tenemos término medio.