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Abre Merci2, la nueva tienda parisina para comprar sin culpa

Tras convertirse en un icono de la ruta de tiendas parisinas, los dueños de Merci han decidido abrir la filial Merci2. Hablamos con uno de ellos para saber qué esperar de este nuevo lugar de referencia

La fachada de Merci en París.

Era una tienda grande y extraña. No tenía escaparate, se accedía a ella a través de un patio interior en el que estaba aparcado un Fiat 500 rojo. Era algo desconcertante, porque tenía una floristería, una librería de volúmenes usados y un café. Vendía un poco de aquí y allá: ropa de buenas firmas francesas, prendas vintage, objetos de decoración, utensilios de cocina, papelería y perfumes de Annick Goutal, hermana de Marie-France; todo quedaba en casa. Era un bazar que, además, se podía recorrer con una cesta en la mano, como si fuera un supermercado. Todo en este gabinete de curiosidades tenía un por qué y ese era retratar un estilo de vida parisino callado y sin logos, el llamado bobo (bohemian bourgeois). Unos años antes, en 2000, el sociólogo David Brooks había acuñado este término en su libro Bobos in Paradise: The New Upper Class and How They Got There (2000). Con él, quería definir un colectivo que conjugaba los recursos de la burguesía con la simpatía por lo alternativo; en el París de entonces, dicha tribu, que se veía identificada con el acrónimo, encontró en esta tienda su templo, igual que los más modernos lo habían hecho con Colette, que había abierto en 1997. Para aumentar la rareza, allí se encontraban bolsas y productos con el nombre de la tienda. ¿Y cuál era dicho nombre? Merci.

Merci significa gracias y fue la palabra elegida por los creadores de ese proyecto. Era una declaración de intenciones y una manera de agradecer su vida privilegiada. Los Cohen, fundadores de Bonpoint, ya habían conocido el éxito empresarial con esta marca que también fue pionera en presentar un estilo de vida, pero para niños. Gracias a la vida, que me ha dado tanto, querían decir con ella. Al jubilarse, en vez de dedicarse de descansar o a algún pasatiempo aparcado, la pareja decidió comenzar un nuevo negocio; otro tipo de negocio. En Merci, y aquí estaba lo que la desmarcaba del resto de concept stores como Colette, una parte de sus beneficios se donarían a distintas ONGs, sobre todo a ABC DOMINO, que ayuda a la educación de los desfavorecidos en Madagascar. Por eso, los precios que encontraban los clientes eran más bajos de lo normal, aunque esto cambiaría más tarde. El 5 de marzo de 2009, Merci abrió la puerta física y también la puerta metafórica a una suerte de shopping chic sostenible que hace quince años apenas asomaba. Hoy es casi innegociable.

Reese Witherspoon saliendo de Merci en 2013.

Esta tienda no subrayaba su aspecto social ni hacía sentir a quienes cruzaban ese patio que estuvieran haciendo una obra de caridad, sino que los invitaba a comprar sin culpa. Además, el lujo que proponía era diferente: no tenía la distancia del de Montaigne ni la autoconsciencia del de las tiendas de la rive gauche. Era manejable, nada intimidante. Merci, además, logró algo interesante: apelar al local tanto como al turista; era un espacio para mentes curiosas y esas se encuentran en cualquier parte. Al poco tiempo, alrededores de la tienda, como si irradiara un campo magnético, comenzaron a abrir otros negocios como Acne o Maison Plisson, que estaban en una sintonía similar.

En 2013, la familia Cohen vendió Merci a HGD, el holding de los creadores de Gérard Darel, Gérard and Danielle Gerbi. Ellos habían fundado esta marca de ropa cuatro años antes de que Marie France Cohen, que procedía de una familia acomodada de judíos sefardíes del sur de Francia, tuviera la idea de abrir Bonpoint. Esta nueva familia amplió la marca propia y el apartado de decoración y continuó la misma vocación social del negocio original. La conexión con la cultura, importante para los fundadores, siguió presente en la nueva etapa. En los siguientes años, el Marais se convirtió en un foco importante del comercio en Paris: el Boulevard de Beaumarchais, ya no era un lugar apartado y la bolsa de lona de Merci era una especie de rito de paso consumista para quienes pisaban Paris buscando, justo eso, lo que solo había en Paris. Merci, como Colette, cambiaron el paisaje del shopping de la ciudad: eran como dos tiendas hermanas, una más responsable y la otra más traviesa.

Hoy, en 2025, el mundo es otro. Colette cerró en diciembre de 2017 y Merci, quince años después de su inauguración, acaba de abrir Merci2. Lo ha hecho en el número 19 de la Rue de Richelieu; de nuevo, ha elegido una calle imprevisible. Ante la pregunta de por qué ahí y por qué ahora, Arthur Gerbi, propietario y actual CEO de la marca, responde a S Moda con una frase rotunda: “En Merci no manda un Excel, sino la energía”.

Arthur Gerbi, propietario y actual CEO de Merci.

El hijo de quienes compraron la marca a los Cohen afirma que esta apertura ha sido una decisión orgánica, como todas las que toman. No había un plan; él, simplemente encontró el espacio, una oficina de Correos de los años 50 “que era feo” y vio que en él había algo; cuando descubrieron la claraboya, que estaba tapada lo supo: “Merci 2 tenía que ser ahí”. La nueva tienda está frente a Kodawari Ramen, un restaurante japonés nada estirado que simula un mercado de pescado y que tiene colas (esto es París), en la puerta; en su misma acera está el Drawing Lab, el primer centro de arte privado dedicado al dibujo. En esa calle, que ahora está en obras desluciendo el paseo, se abre esta nueva página del negocio de los Gerbi. Esta declinación del comercio original del Marais mantiene su agenda: donar parte de sus beneficios a distintas causas y su vocación de ser una especie de gabinete de curiosidades relajado. En la entrada, el Fiat 500, uno de sus códigos, aparece cortado por la mitad y el merchadising propio sigue ocupando un espacio de honor. Merci fue la tienda que nos animó decorar las casas con lino lavado y a comprar cuadernos (desde 8€), mecheros (5 euros) y bolsas, muchas bolsas, con esa palabra impresa (desde 19 euros hasta 130€) y a llevarlo por la calle como si nos pagaran por ello. Y no nos importó.

El Fiat 500 aparcado en Merci en París.

El nuevo Merci tiene entrada por dos calles; es más pequeño (600 m2 frente a los 1500 del original) y menos neutro en su aspecto; en definitiva, menos bobo. Sigue manteniendo ese aire poco escenografiado y fresco. Los tiempos han cambiado y no se trata de abrir una sucursal del original, sino de tener un aire propio. Las colaboraciones siguen siendo claves; ahora se encuentran varias, como la que tienen en la con el supermercado de culto californiano Erewon, Hello Kitty or Carhartt. La selección de cosmética está muy lejos de un Sephora: en ella se encuentran desde colonias centenarias a cepillos de dientes coreanos. La moda es ecléctica y no necesariamente francesa, conviven la colección propia con marcas como The Real McCoy’s, Ordinary Fits, Arpenteur, Drake’s, Dôen, Róhe o Cordera. Las obras de arte salpican la tienda. Gerbi lo tiene claro: “queremos que ese sea el hogar de las mejores marcas y de esas que no pueden exhibirse en otros espacios. No se trata de vender algo caro, sino de rodearse de objetos que significan algo para cada persona, aunque sean feos. Investigamos ese arte de vivir y lo expresamos como si fuéramos columnistas”, expresa de forma afable y cercana.

Merci2 es el espejo de una realidad: el shopping más contemporáneo es el más tranquilo y el que reconecta con los valores de la tienda tradicional: una buena selección de productos, un espacio amigable, y vendedores que acompañen en el proceso. En ella se promueve una experiencia analógica y sin probadores con IA, fotomatones ni otras pirotecnias para atraer al cliente, más allá de la foto de rigor junto al Fiat 500. En esto, se comporta de la misma manera otros grandes negocios parisinos como Le Bon Marché: ahí se va a mirar, a curiosear y a comprar. Ni más, ni menos.

Merci2 es un producto de una cierta sensibilidad parisina. Nunca ha sido exportado de manera total a otra cultura. La marca ha coqueteado con algún pop up, como hizo en Estados Unidos en colaboración con Gap en 2009, el mismo año de su apertura. En un año en el que Nueva York acaba de dar la bienvenida a Printemps, uno de los grandes almacenes franceses, es pertinente preguntarse si tendría sentido un Merci, abanderado de un arte de vivir preciso, fuera de su país. La respuesta la tendremos cuando y donde menos lo esperamos, al estilo Merci. ¿Y a qué da las gracias el nuevo Merci? Arthur Gerbi lo tiene claro: “A tantas cosas… A tener un plato de comida en la mesa, a vivir en un país en paz.”

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