En España, talar árboles urbanos parece deporte nacional. Estos suizos acaban de demostrar que es un error

Un error en el que España se ha empeñado insistentemente en sacar matrícula de honor

Vladimir Kudinov T0vd4ucvsh8 Unsplash
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Hay solo un puñado de cosas que sabemos a ciencia cierta sobre las ciudades y una de ellas es que los árboles son clave. Y es que la exposición a espacios verdes (y ahí entran los árboles) "se asocia con menores riesgos de mortalidad".

Es simple, es claro, es fácil. Y, pese a ello, no tomamos nota.

Espera, espera un momento... ¿cómo? Sí y hay muchas razones para ello: los árboles filtran los contaminantes del aire, proporcionan sombra, reducen la temperatura ambiente en climas cálidos y animan a las personas a pasar más tiempo al aire libre. Son un sistema barato y relativamente accesible de mejorar la vida de la gente.

Pero, como digo, a la hora de la verdad plantar árboles no es tan fácil. Entre otras cosas porque no hay espacio.

¿Cómo podemos plantar árboles para obtener el máximo beneficio? Eso es lo que se preguntaron los investigadores de la ETH de Zurich. Para ello examinaron datos de alta resolución del dosel arbóreo para determinar "la estructura de los espacios verdes arbolados" en un radio de 500 metros del lugar de residencia de una persona. De seis millones de personas, en realidad.

Y cruzaron esos datos urbanísticos con información de salud y mortalidad de los barrios de Europa y Asia que analizaban.

¿Qué han descubierto? Que tanto la cobertura arbórea en zonas residenciales como su distribución espacial se correlacionan con la mortalidad. De hecho, los investigadores se dieron cuenta de que el riesgo de mortalidad era "significativamente menor en las personas que viven en barrios con áreas extensas, contiguas y bien interconectadas de copas arbóreas que en las personas que viven en zonas con menos áreas de copas arbóreas fragmentadas y con geometrías complejas".

Esto parece cierto, además, si descontamos otros factores como la edad, la riqueza, el género o el nivel educativo. Es cierto que los datos son correlacionales y, por eso mismo, no permiten establecer relaciones causales; pero el tamaño del efecto hace que todo esto sea muy prometedoras.

Pero, efectivamente, se necesitamás investigación. "Aún estamos en las primeras etapas de esta investigación", explicaban los investigadores. Hay cosas muy básicas que faltan por desbrozar: por ejemplo, no estudiaron la influencia de factores específicos como las enfermedades preexistentes, el tabaquismo o la misma utilización de esos espacios verdes.

Un gran problema... que nos afecta especialmente. Y digo que afecta a España porque el mal cuidado que se les da a los árboles urbanos aquí es un problema endémico. Las causas son diversas, sí; pero se pueden resumir en tres: pocos medios, mala gestión y decisiones políticas aisladas de cualquier conocimiento técnico actual.

El estudio suizo es solo la última gota de un vaso a rebosar. Porque sabemos desde hace tiempo que los árboles ayudan a reducir los contaminantes atmosféricos y mitigan el efecto de isla de calor urbano; pero no nos lo tomamos en serio. Ni parece que vayamos a tomárnoslo.

Imagen | Vladimir Kudinov

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