El sistema educativo español tiene una manera peculiar de abrazar las innovaciones: con entusiasmo desmedido primero, y con igual intensidad al rechazarlas después.
Primero fue la devoción aspiracional por el modelo finlandés, luego la obsesión por digitalizar cada aula. Hoy, poco más de una década después de aquella carrera por llenar los colegios de portátiles, estamos viendo el principio de un movimiento pendular opuesto: siete autonomías –gobernadas tanto por PP como por PSOE– están regulando para reducir las pantallas en las clases, según recoge El Mundo.
Este giro no nace de un capricho político. Los resultados de las últimas pruebas PISA y evaluaciones internacionales han sido otro jarro de agua fría. La comprensión lectora y las habilidades matemáticas básicas se están desplomando mientras los estudiantes pasan más tiempo con una tablet y menos con papel y boli.
Madrid, la Región de Murcia, Comunidad Valenciana, Baleares, Galicia, Asturias y Cataluña están preparando normativas distintas pero con un mismo espíritu:
- Recuperar el papel.
- Limitar las horas frente a las pantallas.
- Y reflexionar sobre si realmente necesitamos hacer todos los deberes en digital.
También estamos viendo a muchos políticos buscar el aplauso tribunero maldiciendo las pantallas en las aulas, pero a ninguno hacer autocrítica cuando la tribuna premiaba el eslogan "un niño, un portátil". Es la amnesia selectiva que permite navegar cómodamente entre tendencias opuestas sin asumir responsabilidades.
La corrección no tiene color político. La socialista asturiana Lydia Espina y el popular murciano Fernando López Miras coinciden en lo fundamental aunque discrepen en las formas, por dar dos ejemplos.
Quizás la diferencia más notable es que mientras Madrid opta por una prohibición más tajante, otras regiones prefieren fijar recomendaciones, dejando cierto margen de maniobra a los centros. Pero el mensaje es claro: basta ya de tablets para todo.
Lo más interesante de este pendulazo es que llega justo ahora, cuando la industria tecnológica sigue prometiendo la revolución educativa a través de sus dispositivos, y cuando la IA empieza a asomar en las aulas.
Pero entre el determinismo tecnológico y la nostalgia por las libretas de cuadrícula, quizás lo que realmente estamos viendo es un saludable ejercicio de madurez: la tecnología debe ser un medio, no un fin.
Y como cualquier herramienta, tiene sus momentos óptimos de uso. No todo el tiempo. No para todo. Y desde luego, no para todos a la misma edad. Y lo estamos empezando a ver.
Imagen destacada | Xataka con Midjourney
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11 comentarios
frikifecto
Esto de las pantallas está siendo más un chiringuito para que las empresas saquen tajada de fondos del gobierno.
harry_haller
En mi experiencia personal, para mi hijo la obligación de usar tablet ha sido un desastre. Solo ha servido para que se distraiga (y mucho!) a la hora de hacer las tareas. Beneficios, cero.
Lynx939
Me parece perfecto, esta científicamente comprobado que las pantallas atontan.
Prohibiría las pantallas hasta los 18.
dani
A lo mejor tiene algo que ver el nulo esfuerzo hecho en inversión de aplicaciones y algoritmos de aprendizaje, gamificación, ejercicios autoverificables, etc.. en pro de la digitalización del papel a la pantalla literal.
helldoza
Cualquiera que haya ido al cole sabe que las pizarras siempre están a tu espalda.
leboyer
Cada vez es más bajuno el nivel de capacidad de redacción.... ortografía... comprensión de lectura y expresión oral.
En definitiva tener una buena capacidad de escribir y hablar mejora el entendimiento entre personas.
A mí me preocupa bastante.
tontolhaba
Me parece que muchos de estos políticos no han pisado un aula en la vida... y veo que los padres y madres tampoco tienen ni idea de lo que se trabaja y de cómo se trabaja.
Quién piense que un niño o niña está 5 horas delante de una tableta no tiene ni idea.
Igual en el trabajo que se pide para casa se pide que lo hagan a través de un dispositivo porque es la única forma de garantizarnos algo como que lean e investiguen un poco, ya que de otra forma, las tres o cuatro horas que pasan delante de una pantalla EN CASA consistirían en darle arriba o abajo con el dedo al vídeo de turno.
Ningún maestro que conozca usa la tecnología como un fin en sí mismo, siempre es un medio para alcanzar el conocimiento, el desarrollo personal, la capacidad para transferir lo que aprende a la vida real, etc.
Lo mejor es que les compremos plumas, tiralíneas, unos botes de tinta y una Enciclopedia que recoja el conocimiento de hace 30 o 40 años... de esa forma muchos estarán tranquilos porque sus hijos aprenden y viven tal y como lo hicieron ellos, con la seguridad que da el tenerlo todo controlado: "así fueron las cosas y así deben ser".
Mucha innovación, mucho cambio, mucho avance y luego resulta que todo es de boquilla.
Cuando los políticos dejen de meter sus zarpas en la educación y dejen trabajar a los técnicos (maestros) todo irá mejor.