La teoría de la evolución por selección natural propuesta por Charles Darwin en El Origen de las especies es una de las teorías más revolucionarias de la historia, tanto, que más de un siglo después de ser propuesta, aún suscita polémicas y arduos debates y, a pesar de su aparente simplicidad, todavía no la hemos comprendido en todas sus dimensiones.
No es casualidad que el filósofo norteamericano Daniel Dennett titulara una de sus obras La peligrosa idea de Darwin, haciendo hincapié en esta idea. Vamos a acercarnos a su historia.
El siglo XIX en el bando de los malos

A principios del siglo XIX dominaba todavía en la recién nacida biología dos teorías acerca de la evolución de las especies: el fijismo y el catastrofismo (ambas resumidas en el creacionismo). La primera, firmemente representada por el prestigioso naturalista sueco Karl Von Linneo, sostenía lo que se había pensado desde el comienzo de los tiempos (lo que ya pensaban Aristóteles, Teofrasto o Plinio): las especies han permanecido inmutables, fijas, desde siempre. No hay evolución de ningún tipo. Desde que Dios creó a los caballos, una yegua siempre ha parido caballos, y aunque unos caballos pueden diferir unos de otros, nunca lo suficiente para que la yegua dé a luz a otra especie diferente.
Es curioso el caso de que Linneo, en su obra fundamental, su Systema naturae (1735), ya catalogaba al hombre entre las demás especies de animales. Va a ser el primero en hablar de homo sapiens y de ubicarnos entre los demás primates. Al hacerlo, sin querer, va a inaugurar el fructífero debate acerca del origen biológico del hombre. Sin embargo, su postura fue siempre muy clara: el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, no ha evolucionado de ninguna otra criatura previa. Nunca pensó que las similitudes entre hombres y monos, significaban la evolución desde un ancestro común.
Es más, Linneo va a ser pionero a la hora de clasificar las especies. Antes de él, los animales y las plantas se catalogaban en función de su zona geográfica o de su utilidad, por ejemplo, culinaria o farmacológica. Linneo clasificará las plantas por sus mecanismos de polinización y fructificación y, al hacerlo, establecerá parentescos evolutivos entre plantas (verá que hay plantas con mecanismos similares porque han evolucionado unas de otras). No obstante, aquí no verá rastro alguno de evolución, sino solo la grandeza de la mente de Dios al haber diseñado a sus criaturas siguiendo unos determinados planes. Una lástima, estaba muy cerca.
La segunda teoría era el catastrofismo, egregiamente representado por Georges Cuvier, grandísimo paleontólogo, fundador de la anatomía comparada y uno de los hombres más brillantes de su época.
Cuando el registro fósil empezó a agrandarse (fueron proliferando las excavaciones y se iban encontrando más y más especies), pronto se encontraron muchísimos fósiles de seres extintos ¿Qué razón habría para ello? ¿Por qué Dios habría creado especies si luego las iba a extinguir? El catastrofismo sostenía que durante la historia geológica de la Tierra habían ocurrido multitud de catástrofes (como bien narra la Biblia con el diluvio universal) que habían producido extinciones masivas. La Biblia está llena de grandes siniestros y cataclismos, por lo que el catastrofismo no solo mantenía el fijismo, sino que lo hacía, si cabe, más cristiano aún.
Pero pronto apareció otro problema con los fósiles: en estratos recientes aparecían especies que no estaban en estratos más antiguos, es decir, que habían aparecido posteriormente. Si Dios había creado el Cosmos de una vez… ¿de dónde salían esos organismos? Aquí Cuvier se basó en una nueva formulación del catastrofismo ya elaborada por el suizo Louis Agassiz: la teoría de las creaciones sucesivas. Dios había repoblado periódicamente la Tierra creando nuevas tandas de especies. El relato del Génesis lo corroboraba: Dios no creó todo de una vez, sino que eran seis días de creaciones sucesivas. El registro fósil no hacía más que verificar la Biblia.
El siglo XIX en el bando de los buenos

Al contrario de lo que cree mucha gente, la teoría de la evolución existía mucho antes que Darwin (Incluso algunos griegos habían especulado ya con ella). Su mismo abuelo, Erasmus Darwin, había defendido ya la idea. Otros, como Buffon, habían especulado con ideas similares, si bien, las exponían solo a modo de hipótesis o conjetura. Sin embargo, durante toda la época ilustrada hasta comienzos del XIX, no había nada sólido, ni una teoría bien pergeñada ni datos empíricos que la respaldasen.
El primer gran defensor de la evolución va a ser Jean-Baptiste Pierre Antoine de Monet Chevalier de Lamarck (molan los pomposos nombres de la nobleza francesa). Lamarck publica en 1809 su Philosophie Zoologique, obra que situará la teoría de la evolución dentro de la ciencia moderna.
En ella no solo se critica con rotundidad al fijismo y al catastrofismo de Cuvier, sosteniéndose la evolución sino que, por primera vez, se va a proponer un mecanismo evolutivo, se va a intentar explicar cómo evolucionan las especies: serán las leyes de Lamarck que todos hemos estudiado en el instituto, a saber, que el uso desarrolla el órgano y el desuso lo atrofia, y que los caracteres adquiridos en vida son heredados por la siguiente generación.
Siempre se usa el ejemplo de la jirafa para explicar esto, así que, por fastidiar, voy a utilizar otro diferente. Pensemos en el momento de la historia biológica en el que los peces conquistan la Tierra. Viajamos en el tiempo hasta hace unos 375 millones de años. Nos vamos al Devónico. Desde su descubrimiento en 2004, se considera al Tiktaalik como el “eslabón perdido” entre peces como el Panderichthys y tetrápodos (animales con cuatro patas) como el Ichthyostega, es decir, será una de las especies que salga de las profundidades de los mares para adentrarse en tierra firme.
Si observamos su morfología vemos que es un pez con cierto aire de cocodrilo, pero lo más interesante es que es una mezcla de pez y cuadrúpedo: tiene branquias pero también tiene pulmones, puede mover su cuello (ningún pez puede hacerlo) y si nos fijamos en sus extremidades son aletas pero… ¡tienen hombros, codos y muñecas! Son aletas que también sirven para caminar.

¿Cómo explicaría Lamarck tan extraña fisionomía? Primero tendríamos peces carnívoros viviendo en aguas superficiales. Muchas presas se encontrarían en la orilla por lo que, a veces, convendría dar pequeños saltos para adentrarse un poco en tierra firme. Así, tales peces fueron desarrollando unos pulmones que, cada vez, les permitieran pasar más tiempo fuera del agua, así como unas articulaciones y, en general, una estructura ósea más apta para aventurarse en el mundo sólido. Su descendencia heredó estos nuevos desarrollos dando lugar a una nueva especie mucho mejor adaptada que la anterior al ecosistema.
La explicación parece convincente, y de hecho suele serlo más que la explicación darwiniana. Cuando en clase hablo de Lamarck y de Darwin, los alumnos aceptan cómodamente el primero pero tienen serias dudas del segundo. Les cuesta entender cómo es posible que Lamarck estuviera equivocado y fuese Darwin el que, finalmente, tuviera razón.
Y es que el darwinismo es muy poco intuitivo, tanto, que el propio Darwin murió siendo lamarckista (y es que no hay contradicción aparente entre ambas teorías) e, incluso intentó explicar la herencia de los caracteres aprendidos con su fantasiosa teoría de la pangénesis. Sin embargo, Lamarck estaba equivocado: no es el uso continuado el que hace que se desarrolle un órgano ni el desuso lo atrofia hasta su desaparición. Ni tampoco los caracteres adquiridos en vida son heredados por los descendientes. Es una pena porque sería maravilloso.
Imagine el lector lo genial que sería que si uno viene de una familia que ha practicado culturismo durante varias generaciones, ya nacería musculoso o con mucha facilidad para desarrollar los músculos. O imagine de una familia de artistas o de matemáticos… Pero no, tal y como demostró August Weismann, el último gran darwinista del siglo XIX, lo que aprendieron tus ancestros se perdió con su fallecimiento.
Una de las carencias del lamarckismo era que carecía de base experimental, por lo que había que probarlo y eso parecía bastante sencillo: si cortas el rabo a varias generaciones de ratas, según Lamarck, tenderían a ir naciendo ratas con el rabo progresivamente más corto. Weismann lo probó y, naturalmente, observó que esto no ocurría. El lamarckismo quedaba refutado.
No obstante, la teoría de Lamarck tuvo muchos méritos. En primer lugar expuso una teoría puramente mecanicista de la vida y de la evolución. Para Lamarck, los organismos son materia estructurada de una determinada manera y no hay ninguna energía o fuerza vital “mágica” que insufle vida a la materia inerte o que guíe el proceso evolutivo.
Y, en segundo lugar, ofrece por primera vez un mecanismo evolutivo que, aun siendo erróneo, ya habla de adaptaciones al medio o de la importancia del ecosistema a la hora de conformar la fisiología de los organismos. Lamarck fue un magnífico predecesor de Darwin, como bien reconoció en múltiples ocasiones el inglés.
Hágase la luz: Sir Charles Darwin y Alfred Russel Wallace

Más de veinte años después de su mítico viaje en el HSM Beagle, Charles Darwin publicó El origen de las especies. Y es que Darwin era un hombre bastante prudente al que no le gustaba demasiado la polémica ni la notoriedad pública, consecuencia evidente de la publicación de una obra tan explosiva para su época (y todavía para la nuestra).
Fue cuando otro naturalista, el también británico Alfred Russel Wallace, le envió una carta en la que le exponía una teoría muy similar a la suya, cuando Darwin se apresuró a publicar el libro temiendo que la posteridad reconociera solo a Wallace como creador de la teoría. En un gesto de nobleza, a Wallace nunca le importó que la mayor parte del mérito se lo llevara Darwin.
El libro fue todo un éxito editorial para ser un libro científico (invito a echarle una ojeada. Es un ladrillo bastante aburrido) y la polémica explotó por doquier. Amigos y colegas naturalistas de Darwin, pronto condenaron rotundamente la obra, desatándose un candoroso debate por todo el continente.
¿Qué tenía la obra de Darwin para ser tan polémica? Si habíamos dicho que la teoría de Lamarck carecía de pruebas suficientes (de hecho por eso la mayor parte de los naturalistas seguían siendo fijistas y catastrofistas a pesar de ella), Darwin expone en El origen de las especies una gran batería de evidencias procedentes además de diversos campos: cría artificial, embriología, anatomía comparada, paleontología… Desde ese momento la teoría de la evolución dejaba de ser una mera conjetura más o menos descabellada, para ser una teoría científica en pleno derecho. Rebatirla requeriría ahora mucho más esfuerzo.
Y en segundo lugar, y esto es lo propiamente original de Darwin, expone un nuevo mecanismo evolutivo: la selección natural, la que, como explicábamos antes, aunque es muy sencilla resulta muy poco intuitiva como explicación de la evolución.
Darwin subraya que todas las especies tienen un número mayor de crías que las que pueden sobrevivir. Pensemos en las moscas. Una mosca común (Musca domestica) pone unos 120 huevos. Si convenimos en que cada mosca solo vive una generación y que la mitad de los huevos darán machos, en seis generaciones tendríamos más de noventa y tres mil millones de moscas… Si todas sobrevivieran, en unas semanas el planeta estaría absolutamente invadido… Evidentemente, la mayoría de ellas mueren debido a múltiples causas (falta de alimento, depredación, inclemencias climáticas, etc.) pero, ¿cuáles mueren y cuáles no?
Imaginemos a un predecesor del Tiktaalik. Como buen pez pone huevos y no todas las crías que de ellos salen pueden sobrevivir, al menos, el tiempo suficiente para reproducirse. Las crías no serán todas iguales: unas serán un poquito más grandes, otras un poquito más robustas, otras tendrán tal o cual hueso un poquito más largo o más corto, tal o cual músculo, tal o cual órgano interno… El caso es que es posible que uno de esos rasgos les otorgue cierta probabilidad más de supervivencia que a sus hermanas. Así, la cría que nazca con una de esas pequeñas variaciones estará mejor adaptada al entorno, será más apta.
Pongamos que tenemos un pez que nace con un poco más de capacidad pulmonar que sus congéneres. Con esa mayor capacidad puede aguantar más tiempo fuera del agua, por lo que puede adentrarse más en la tierra y cazar presas que los otros peces no pueden cazar. Su mayor capacidad pulmonar será una adaptación al medio que aumentará sus posibilidades de supervivencia.
Además, esta nueva capacidad se hereda y sus crías nacerán con ella. Darwin afirmará que, por acumulación gradual de pequeñas variaciones, las siguientes generaciones se irán pareciendo cada vez menos a sus ancestros, llegando un momento en el que constituyan una nueva especie (cuando si juntáramos a dos especímenes no puedan dar descendencia).

Así contado parece muy sencillo, ¿por qué es poco intuitivo? Piense el lector en que, en el fondo, lo que estamos diciendo es que, por ejemplo, algo tan sumamente complejo como es un ser humano (billones de células perfectamente sincronizadas) es el fruto de una serie de pequeños errores de réplica en nuestras cadenas de ADN (mutaciones), los cuales, a pesar de que en más del 99% de los casos son nocivos (o inútiles), alguna vez sirven para aumentar las probabilidades de supervivencia o reproducción del organismo. Somos un error tras de otro operando durante eones de tiempo.
El teólogo británico William Paley se preguntaba cómo era posible que algo tan sofisticado como un ojo humano ha podido surgir sin un proyecto previo, sin un diseñador que lo planificara. Eso sería como si nos encontrásemos un reloj en el desierto, y pensáramos que se ha formado espontáneamente, por la acción aleatoria de los agentes atmosféricos. Es complejo hacerse a la idea de que Darwin tenía razón.
Vale, ¿y qué tiene esto de polémico fuera del ámbito científico? Muchísimo, pero vamos a centrarnos en un par de ideas: primero, la teoría de la evolución contradice los textos bíblicos. En el Génesis se narra claramente que Dios crea el mundo en seis días y a distintos grupos de animales en varias tandas sin que exista ningún tipo de transformación de unas especies a otras. Es por ello que las diferentes iglesias mostraron rápidamente su total rechazo a las ideas darwinianas.
En Inglaterra, el obispo anglicano de Oxford y miembro de la Royal Society, Samuel Wilberforce, fue uno de sus más tenaces opositores. Es archiconocido el duelo dialéctico que mantuvo con el gran defensor de Darwin del momento, Thomas Henry Huxley, en un debate en la Universidad de Oxford en 1860. Siempre se cuenta que Wilberforce, con muy mala uva, le preguntó a Huxley si era descendiente del mono por parte de su padre o de su madre.
Y segundo: la selección natural darwiniana es ateleológica, es decir, funciona ciegamente, sin seguir ningún proyecto ni plan prefijado. La consecuencia lógica más polémica es que el hombre está aquí por casualidad, no porque ningún Dios tuviera intención de que apareciera.
Si rebobináramos la historia de la vida como si de una cinta de VHS se tratara y le diésemos de nuevo al play, lo que veríamos sería muy diferente a nuestro mundo, apareciendo especies completamente diferentes a las actuales y, con casi total seguridad, sin que el ser humano apareciera entre ellas.
Tal y como ya nos dijo Copérnico siglos antes, no somos el centro del Universo, nuestro planeta es un punto insignificante en un cosmos inmenso. Ahora Darwin nos decía que no somos una especie privilegiada ni, esencialmente, diferente a las demás. Y para más guasa nuestros parientes evolutivos más cercanos eran los primates. Demasiadas cosas que aceptar para el siempre inseguro pero obstinado orgullo humano.
Darwinismo versus Creacionismo: el acalorado debate actual
A principios del XX, el debate científico estaba en cómo casar (o no) las teorías de Darwin con las recién descubiertas teorías de Mendel. El asunto terminó cuando en 1918, Ronald Aylmer Fisher probó matemáticamente el perfecto engranaje entre la selección natural y la genética mendeliana. Así nacía la teoría sintética de la evolución o el neodarwinismo o, dicho de otra manera, la columna vertebral de toda la biología contemporánea.
Definitivamente, Darwin había conquistado la comunidad científica. Ningún hombre de ciencia en su sano juicio debería poner en duda la teoría de la evolución… ¿Seguro? Para bien o para mal, vivimos en un mundo en el que cualquier cosa es posible.

En los muy cristianos Estados Unidos de América, se vio este avance de la credibilidad del darwinismo, desde ciertos sectores religiosos y políticos, como una amenaza. Así, el político William Jennings Bryan, un abogado presbiteriano del partido demócrata que fue candidato a la presidencia en tres ocasiones (y las tres perdió), pero que llegó a ser Secretario de Estado con Woodrow Wilson, pronunció en 1921 un famoso discurso titulado “La amenaza del darwinismo”, en donde alertaba a los jóvenes norteamericanos de los peligros de la teoría evolutiva para la fe cristiana, e incluso la culpaba de estar detrás de los estragos causados por la Primera Guerra Mundial recién terminada.
Debido a su influencia, en muchos estados comenzaron a debatirse leyes antievolucionistas y, en otros, se implantaron. En Tennessee, Mississippi y Arkansas se prohibió la enseñanza de la evolución en escuelas públicas, lo cual desembocó en 1925 en el tristemente famoso Scopes monkey trial (El juicio del mono), cuando en Dayton (Tennessee) se acusó al profesor de secundaria de 24 años John Scopes de enseñar ilegalmente el evolucionismo.
El fiscal, no pudo ser otro que el mismo Bryan y, al final, se condenó a Scopes culpable, teniendo de pagar una multa simbólica de 100 dólares. A pesar de que todo fue bastante teatral (de hecho se hizo una obra de teatro y varias películas sobre el juicio) y un medio de los empresarios locales para promocionar la economía de la pequeña Dayton (que, por aquel entonces tenía poco menos de dos mil habitantes), fue un tanto para los antievolucionistas que sembró precedente y jurisprudencia.
Sin embargo, en el plano científico, el darwinismo seguía cosechando triunfos a partir de figuras tan brillantes como Haldane, Sewall Wright (quienes junto a Fisher desarrollaron la genética de poblaciones) o el ucraniano Dobzhansky, famoso por su frase: “Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución”. El culmen del éxito llegó cuando Watson y Crick descubrieron en 1953 la estructura del ADN. Ya no tenía ningún sentido explicar biología sin hacer mención a Darwin, por lo que, al final, las leyes antievolucionistas terminaron por declararse anticonstitucionales en 1968.
El fundamentalismo religioso necesitaba un nuevo impulso, y el relevo de Bryan lo va a tomar el ingeniero hidráulico Henry Madison Morris, quien, en 1970, funda el Institute for Creation Research y publica múltiples obras de corte creacionista (la más famosa quizá es The Genesis Flood de 1961, en donde intenta dar veracidad científica al mito del Arca de Noé).
El caso es que el creacionismo renace y se consigue que en 27 estados se equilibre la enseñanza de la evolución con la “ciencia del génesis”. Los profesores de biología estaban obligados a explicar la evolución biológica y el Génesis bíblico como dos teorías alternativas en igualdad de condiciones. Surrealista.
No obstante, Morris no consiguió convencer a la comunidad científica y, gradualmente, fue también perdiendo terreno en el ámbito legal. En 1982 en Arkansas y en 1987 en Louisiana, se declaró que enseñar evolución y relato bíblico en igualdad de condiciones era inconstitucional y, en general, inadecuado para una correcta educación científica. A partir de ese momento, todos los juicios ocurridos (1990, 1994, 97, 2000… aquí os dejo un enlace con la lista detallada) han dado la razón de una u otra manera al evolucionismo.
Un nuevo disfraz: el diseño inteligente

Después de las progresivas derrotas en ámbitos jurídicos y educativos, el creacionismo cambió de estrategia, intentando transformarse en algo más científico. Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Es la popular teoría del diseño inteligente.
El asunto comenzó con la publicación de diversas críticas al neodarwinismo desde ámbitos pretendidamente científicos. Quizá sean precedentes las obras The mistery of life’s origin (1984) de Thaxton, Bradley y Olson, o The evolution: a theory in crisis (1985) del bioquímico Michael Denton.
La figura de este momento fue Phillip E. Johnson, prestigioso abogado y profesor emérito en la Universidad de California en Berkeley, que se hizo famoso por su participación, al parecer brillante, en un debate celebrado en Weston (Massachusetts) en donde se citaron muchas de las figuras más importantes de ambos bandos.
Por el de los evolucionistas asistió el, también muy celebre paleontólogo, Stephen Jay Gould, uno de los grandes divulgadores de la evolución. Ignoramos cómo se resolvería el debate, pero animó a nuevos creacionistas a unirse a la militancia. Es el caso del bioquímico Michael Behe o el filósofo William A. Dembski.
Johnson publicó en 1991 Darwin on trial, quizá la obra más representativa del neocreacionismo actual. En general, en ella se subrayan las lagunas científicas que el darwinismo todavía tiene y se critica el naturalismo filosófico (postura que afirma grosso modo que solo hay que buscar causas naturales a los fenómenos, nunca causas sobrenaturales, es decir, que nunca hay que apelar a dioses, espíritus, fantasmas y cosas por el estilo) al que acusa de ateo y de profundamente erróneo, ya que si partes a priori de que ninguna explicación sobrenatural es válida, niegas a Dios desde el principio y nunca podrás mostrar su existencia.
El caso es que, a pesar de que el creacionismo haya querido adquirir una apariencia más científica, su rechazo por la propia comunidad científica sigue siendo unánime. La teoría de la evolución o el darwinismo, como toda gran teoría científica que pretende abarcar un gran abanico de fenómenos, tiene problemas y lagunas por resolver, pero eso no justifica que la rechacemos o, peor aún, que demos validez científica a la Biblia.

Paradójicamente, El origen de las especies no explicaba, para nada, el mismo origen de la vida, tema que, a día de hoy sigue siendo bastante misterioso (Hay hipótesis para todos los gustos. Incluso se habla de un posible origen extraterrestre). Otro tema peliagudo ha sido el del gradualismo.
Darwin afirmaba que las especies evolucionaban pasito a pasito a base de pequeñas variaciones, pero el registro fósil no parece mostrar que se haya dado un cambio progresivo y gradual, sino largos periodos de estancamiento en el que no hay prácticamente cambios, interrumpidos por periodos cortos de cambios abruptos. Jay Gould y Niles Eldredge llamaron la atención sobre este hecho con su célebre teoría del equilibrio puntuado.
Otros problemas serían la explicación del surgimiento de la célula eucariota para el que la teoría más aceptada, la endosimbiosis serial de Lynn Margulis, puede no encajar muy bien con el darwinismo; también está el tema del neutralismo o la deriva génica de Kimura (que quita mucha importancia a la selección natural en el proceso evolutivo), el de la trasmisión horizontal de genes (que rompe la tradicional visión vertical), o el de ciertas nuevas investigaciones novedosas que parecen despertar cierta visión neolamarckista. Una obra donde podemos encontrar una visión muy completa de toda esta problemática es en Los retos actuales del darwinismo de Juan Moreno.
No obstante, parece que, en general, no hay razones suficientes para descartar el darwinismo. La mayoría de los autores piensan que gran parte de sus problemas pueden afrontarse perfectamente y, en el peor de los casos, el darwinismo podría matizarse o completarse con otras teorías, pero nunca abandonarse.
Es más, todos estos problemas deberían incitarnos a profundizar aún más en él. Pero, a lo que bajo ningún concepto puede renunciarse es a la misma evolución. El darwinismo puede entenderse como una teoría acerca de cómo funciona la evolución y, como tal, puede ser correcto o incorrecto, pero la evolución es, a todas luces, un hecho. Ni el más brillante y convincente defensor del creacionismo debería poder persuadirnos de que la evolución no ha sucedido.
¿Qué deberíamos encontrar para demostrar que la evolución es falsa? El Museo de Historia Natural de Washington D.C. es el más grande del mundo en lo que a paleontología se refiere, albergando más de cuarenta millones de fósiles. Una prueba que refutaría la evolución sería encontrar entre todos esos huesos los de especies que, por sus características, no pudiesen pertenecer al periodo en el que aparecen.
Por ejemplo, si encontrásemos el esqueleto de un caballo en pleno devónico o un tiranosaurio en el precámbrico, sencillamente eso, serían pruebas que refutarían la evolución. Sin embargo, en los cuarenta millones de fósiles del museo no hay nada parecido. Tenemos entonces cuarenta millones de pruebas a favor… ¿no es suficiente para admitir la evolución como un hecho?
Fotos | iStock
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Jesus Martinez
Hoy en día la teoría de la evolución ya esta lo suficientemente verificada para considerarse un hecho y no un posible.
Aunque los estudiosos de la biblia piensen que el mundo solo tiene 5 mil años desde la creación, me sorprende que hoy en día, dicho libro tenga tanta influencia.
anot
Cuando he leído el artículo me ha parecido curioso que tuviera 125 comentarios.
Creyendo que serían de elogio al autor por su buena documentación y exposición, compruebo ante mi sorpresa que son para discutir sobre Biblia y ciencia.
Me parece increíble que en el año 2016 haya tal ingente comunidad de paletos que no vean más allá de sus narices y su tremenda ignorancia.
Pero cada uno es libre de creer en lo que quiera o en lo que su cerrada mente les posibilite.
Escrito desde mi móvil, artefacto que seguramente Dios ya tenía pensado hacer el 3er o 4to día...
Increíble.
P.D.: y luego nos llevamos las manos a la cabeza por los trolls y haters!
Como está el mundo...la virgen!!! ;D
darkcore
A lo mejor puedo aportar algo:
La Iglesia católica acepta la teoría de la evolución oficialmente como cierta desde 1950 ... y en la Iglesia para aceptar algo de forma oficial significan muchos años de discusiones ... Simplemente considera que "en algún punto" de este proceso Dios dió al hombre su toque de divinidad.
Los grupos que siguen batallando por el creacionismo son grupos portestantes, sobretodo evangélicos que consideran que la biblia debe seguirse de forma "literal". Los mismos que han hecho etiquetar oficialmente que el Gran Cañón del Colorado es fruto del diluvio universal.
Por otro lado, es cierto que el Darwinismo sirve para explicar algunos cambios, pero no todos. ¿De sirve tener poco pelo o mucho? ¿De la nada a la pluma? ¿De la pluma al pelo? ¿Cómo aparecen los nervios ópticos? (sabemos como desaparecen, pero como aparecen no).
shanef
Lo sorprendente en los comentarios es que haya gente religiosa en xataka :V
tars
"La teoría de la evolución contradice los textos bíblicos. En el Génesis se narra claramente..." La teoría de la evolución no contradice los textos bíblicos porque los textos bíblicos NO son tratados de historia ni de ciencia. En él Génesis no se narra claramente nada, igual que en el resto de la Biblia, sino que transmiten unas enseñanzas sobre la relación de Dios con el hombre. Confundes maneras de explicar con enseñanzas. Es de besugos quedarse sólo con la anécdota de la conferencia, y más si esta tuvo lugar hace tres mil años...
iggy88
Por estos artículos da gusto entrar en Xataka. Enhorabuena al redactor.
Y viendo los comentarios "bíblicos" o de pseudo científicos que no aportan ni un solo dato, sólo sus "teorías", siempre te acuerdas de que la ignorancia es MUY ATREVIDA.
SoyYo
Yo entiendo a los católicos fundamentalistas con la Biblia. Ellos creen que dios hizo a Adán y, con una de sus costillas, hizo a Eva. Es ridículo, pero cada uno cree en lo que quiere. A los que no entiendo es a los católicos que creen en la teoría de la evolución. Quiero decir, ¿qué animales van al cielo? ¿Los humanos van al cielo? ¿Los gatos van al cielo? ¿Las cucarachas van al cielo? ¿Las amebas van al cielo?
Solo el hombre va al cielo? Pero entonces, ¿va al cielo solo el homo sapiens? O tambén el australopitecus? ¿Y el chimpancé? Y si es así, ¿el animal anterior a la aparición del chimpancé, también va al cielo? ¿Y el anterior a este? A partir de qué simio-humano hace el corte Dios a la hora de dar la bienvenida a los difuntos?
Creer en un más allá y en la teoría de la evolución al mismo tiempo es algo que no logro procesar.
finatrix
No tiene sentido comparar la teoría de la evolución con la religión. La primera es ciencia, un conjunto de conocimientos objetivos y verificables obtenidos mediante la observación y la experimentación. La segunda es una historia ficticia, inventada por un gran escritor unos cuantos siglos atrás. Creer en el creacionismo es como creer que Freezer acabó con todos los guerreros del espacio destruyendo el planeta vegeta.
eduardomo
Me resulta sorprendente que no hagas referencia alguna al militar español Félix de Azara, en el que se inspiró Darwin.
No me deja la página poner el enlace, así que podéis googlear sobre él.
publico.es/ciencias/militar-espanol-inspiro-darwin.html
davidardelean
Sobre el articulo, es bastante interesante... Pero leyendo los comentarios pude apreciar que muchos no creen en Dios. Lo que me sorprende de esta gente... Es el poco respeto q tienen por otras personas que creen diferente a ellos. Yo creo plenamente en Dios, y no por eso tengo que insultar, menospreciar o detestar a otras personas que crean diferente a mi. Porque entonces me estaría contradiciendo a mi mismo. Y sí yo creo en Dios. Yo soy una persona normal y corriente y en términos "científicos" no podría demostrar a Dios más de lo que quiera ver cada uno. Pero las experiencias de mi vida si que me demuestra que Dios existe. Cosa que la "ciencia" no lo podría desmentir.
shanef
Excelso articulo, definitivamente me encanta encontrar estas ciertas variaciones de publicaciones que a veces encuentro aquí :)
Sergio
Prueba de que Dios existe: la Biblia.
Prueba de que Spiderman existe: unos cientos de cómics.
Ambos igual de creíbles.
Sigo sin entender cómo puede haber tantos científicos cristianos. Son cosas incompatibles dogmatismo y ciencia.
waku
Muy bueno el artículo, siempre viene bien recordar todo esto.
En realidad es una pasada que hayamos descubierto la evolución, y el origen de las especies es un auténtico hito, deberíamos recordarlo mucho más a menudo, con la matraca que dan otros...
whisper5
Genial artículo. Gracias Santiago Sánchez-Migallón.
Entiendo que desees o hayas deseado crear una mente artificial. Es el siguiente paso natural (y necesario) para terminar de desterrar nuestro antropocentrismo, tras los pasos de mentes tan brillantes como Copérnico o Darwin.
bonsanto1
Buenísimo el artículo, uno de los mejores escritos en xataka
supermarius
La teoria de la evolucion es eso, una teoria, no completamente demostrada ya que no cumple todos los parametros que el mismo metodo cientifico exige para considerar que una teoria esta probada, los eslabones perdidos hacen que sea incompleta y los que la creen ciegamente tienen tanta fe comolos que creen ciegamente en la biblia
juan.f
Dice el artículo: "primero tendríamos peces carnívoros viviendo en aguas superficiales. Muchas presas se encontrarían en la orilla por lo que, a veces, convendría dar pequeños saltos para adentrarse un poco en tierra firme". Pero, ¿qué clase de presas iba a encontrar en la orilla el primer ser vivo que empezó a asomarse al exterior del agua? Me parece que aquí hay una grave metedura de pata.
sundancekid
Se agradece que aunque de pasada al menos menciones los puntos en los que cojea el darwinismo y que en mi opinion la convierte en una teoría no erronea pero sí inexacta. Algo parecido a las leyes de newton, ¿son ciertas?. Sí, pero.... bajo ciertas condiciones muy muy concretas. Mi opinion es que todas las teorías que se mencionan tienen un punto de razon, incluido el creacionismo. La evolucion creo que es cierta pero discrepo en lo de que hay un unico antepasado. Puede haber perfectamente miles de "antepasados": nosotros y muchos otros animales tendremos uno pero por ejemplo las medusas y otros animales tendran su propio antepasado, diferente al nuestro. En cuanto al creacionismo, la intervencion de Dios, creo que es imposible de evitar en la explicacion, se me antoja totalmente necesaria, tal vez lo que confunda al respecto sea la definicion de "Dios". Todo lo que ocurre sigue unas reglas y el hecho de que vayamos conociendo esas reglas puede darnos la impresion de que el concepto de Dios no tiene sitio, pero el por qué de esas reglas y no de otras diferentes llega un momento en que solo tiene una explicacion: "porque si". ¿No es ese el "sello" de Dios?. A cualquier otra explicacion siempre le podras decir "¿Y por que así y no de otra manera?.
misisipi
Buen articulo, he entendido bastantes cosas de la evolucion que no sabia
Me gustaria haceros alguna pregunta por curiosidad, no quiero ni apoyar ni atacar a la evolucion, a hitler o los homosexuales. solo saber si hay alguna explicacion o teoria para mis dudas, pq no me terminan de encajar con la evolucion
- pq atacamos tanto a Hitler cuando intento hacer una seleccion de humanos y obtener una raza superior. ¿no hemos llegado hasta donde estamos con ese mismo proceso?
- hay alguna explicación a la proliferacion de homosexuales estos ultimos años y que cada vez sea mas normal. pq por mucho que lo intenten dudo que vayan a procrear. o es que ahora que sabemos que venimos de la evolucion vamos a ir en contra de los procesos naturales.
sanamarcar
La teoría de la evolución yo la uso para analizar estructuras neuronales. Solo para ese uso ya es increíble. Pues en muy poco tiempo saber el grado de profundidad de entendimiento de un individuo.
Yo creo que si existiera un Dios castigador no salvaría a sus creyentes...
aleko
La contraposición entre la Biblia o la religión y la teoría de le evolución es una falacia. La Biblia en su capítulo del Génesis lo que dice es que todo ha sido creado por Dios. La evolución no contradice eso en lo mas mínimo. Algo que después de conocer el código genético nadie puede dudar. La teoría de la evolución es como decir que el Gran Cañón del Colorado se ha ido formando poco a poco debido a la erosión del agua y el viento. Sin embargo la forma de ese Cañón no es en absoluto aleatoria, su forma se debe a las diferentes dureza de la distintas capas de materiales que han ido sufriendo la erosión del agua, es decir, su forma estaba ya predeterminada por esa disposición primordial. El paso del tiempo lo único que ha hecho es sacar a la luz esa distribución original de rocas, las mas blandas han desaparecido y han quedado las mas duras. De la misma forma el código genético predetermina a todas las especies de animales que han sido , que son o que serán en el futuro.
vicentesimal
El problema de la teoría de la evolución es que deja en evidencia a la iglesia y le quita poder e influencia aunque realmente no son incompatibles puesto que lo expuesto por Darwin podría ser el plan de Dios, pero no mola que lo haga un científico.
javier andres
Me encantan, artículos como estos, cada día encuentro más razones para seguir leyendo Xataka.
Me fascinó el artículo.. Me ayudó a conocer muchas cosas de la teoría de la evolución que desconocía, sin embargo discrepo en el modo irrefutable en el que se plantea la evolución. La teoría de la evolución nos ha ayudado a conocer y entender muchas cosas, como entender el modo en que las especies sufren pequeños cambios para adaptarse al medio ambiente "microevolucion" llaman algunos, eso es cierto y es algo que Darwin demostró por ejemplo, con el estudio del Pinzón. Pero de ahí a que evolucione y se convierta en una nueva especie o "macroevolucione", bueno eso es algo distinto y por las lagunas que mencionas tiene la teoría y otras más es algo que no podemos dar por echo e irrefutable... Ponernos en esa posición es sesgarnos igual que algunos religiosos. Y creo en Dios, pero eso no me impide ver abiertamente otras opiniones, al fin y alcabo si existe también debe ser algo demostrable no?
Saludos lo felicito... Buen artículo
imf017
La iglesia siempre ha intentado frenar progreso, no sólo en lo relativo a la evolución, sino en muchos campos de la ciencia, como la astronomía. Ya no hablemos de tratar de influir en el comportamiento de la gente.
Siempre he dicho que el día que dejemos atrás las supersticiones y religiones habremos dado un gran paso, comparable quizá a la invención de la rueda y el dominio del fuego. Ya deberíamos haberle dado la patada a las religiones hace tiempo.
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Solo sé que nada sé.
estebanlezcano
Es bastante simpatico gente que cree esto y llama fabula a la biblia, hablan como si tuvieran un libro de historia y sin embargo la biblia si lo es, son hechos, no "estudios".
fcr1010
Magnífico artículo!