El amor incondicional es patrimonio exclusivo de adolescentes y de los poetas más exaltados del Romanticismo. Por más que pueda llamar la atención en una época en la que el “fenómeno forofo” cala todas las esferas, desde el deporte a la política, pasando por la moda, el arte o la economía, sigue habiendo quien abraza los discursos críticos. Y en plena vorágine preelectoral la tecnología deja un buen ejemplo: los geeks que, a pesar de su pasión por la innovación y toda su tecnofilia, reconocen de forma abierta que —al menos hoy por hoy— en los procesos electorales resultan mucho más efectivas las urnas y papeletas de papel que el voto electrónico.
Desde hace años politólogos e instituciones discuten los pros y contras de sustituir las papeletas y urnas por computadoras. En el primer plato de la balanza, el de las ventajas, destacan el ahorro de costes, su utilidad para el voto rogado, la mayor comodidad que ofrece a los electores o su menor gasto de papel. En el segundo, el de los inconvenientes, hay un factor que pesa sobre cualquier otro: la falta de confianza. La “opacidad” del sistema —un aspecto que en Alemania llegó a motivar una sentencia demoledora de la Corte Suprema— y el miedo a que pueda manipularse o sufrir ataques de hackers ha llevado a no pocos a mirar el voto electrónico con recelo.
Entre ellos, a muchos tecnófilos declarados, amantes de la tecnología y la innovación a quienes no les duele prendas reconocer que a día de hoy aún no se ha logrado un sistema que garantice la invulnerabilidad del i-Voting, por lo que el papel sigue siendo mejor que la electrónica.
Un sistema vulnerable que genera recelo
El profesor y doctor en informática Ricardo Galli es uno de ellos. “El sistema de voto tradicional, de voto con papeleta y urna, se ha desarrollado durante doscientos años. Durante ese tiempo ha pasado de todo y se han agregado salvaguardias. El sistema de votación está distribuido además con mesas electorales por todo el país, todas independientes. Aunque manipules una afectarás solo a esa mesa. Además cada una está integrada por personas anónimas e interventores de los partidos. Llevar esa característica a un sistema informático… resulta muy difícil”, señala.
Galli urge adoptar una actitud de alerta, casi “paranoica”, a la hora de plantearse siquiera la aplicación del sufragio electrónico. “Los incentivos para engañar son muy altos por eso el nivel de paranoia con el que hay que implementar este sistema de voto tiene que ser elevadísimo”, señala tras recordar que —a diferencia de lo que ocurre con el método convencional, el que emplea papeletas de papel y urnas de plástico— una persona con acceso al sistema de i-Voting podría ocasionar un gran perjuicio. No solo por el riesgo de que manipule el resultado. También porque se vería vulnerado uno de los pilares de los comicios democráticos: el anonimato del voto.

“Ahora mismo no hay soluciones mágicas. Es decir, un sistema informático robusto que aguante los ataques y además garantice lo que garantizan las elecciones con urnas y papeletas todavía no existe, al menos para grandes escalas”, comenta el doctor en informática, quien abunda en los riesgos que conlleva el uso del i-Voting durante las votaciones con las que un país decide, por ejemplo, la distribución de su Parlamento central, las cámaras autonómicas o cómo se reparten las corporaciones locales. Galli recuerda que incluso en los comicios internos de los partidos se han detectado problemas, lo que ha alimentado a su vez la “desconfianza” de la sociedad. El último caso, de hace solo unas semanas, salpicó a Ciudadanos (C´s) en Castilla y León.
“Llegar a ese nivel de robustez y confianza exige no solo un desarrollo tecnológico, sino muchos años de pruebas. Al final no solo se trata de la tecnología. Los servidores que se usen también tienen que estar correctamente auditados, lo mismo que el software, el censo, la forma en que el censo se pasa al sistema de votación... Aunque tengas la tecnología para el voto electrónico, tienes que incluir un montón de controles y auditorías alrededor. ¿Quién audita el servidor? ¿Quién audita a los auditores? No es solo un problema tecnológico, sino de cómo pones después todas las salvaguardias”, abunda Galli tras incidir en la importancia de garantizar el anonimato de los electores o que estos ejercen su derecho al sufragio libres de cualquier coacción.
El principal reto es ofrecer esa seguridad en los comicios a gran escala. “Todo el mundo que participa, desde los votantes a los candidatos, tienen que tener confianza en los resultados. Al final se reduce a eso. ¿Cómo se logra con el voto electrónico? Resulta muy complicado”, comenta Galli. En su opinión, “los avances” en el i-Voting “vendrán probablemente” a través del sufragio de residentes en el extranjero o de pequeñas comunidades. “Pasarán muchos años hasta que se tenga confianza en el sistema y en cómo se implementan todos los mecanismos, hasta que quizás en 10 o 15 o 20 años empecemos a pensar en voto electrónico a nivel global”, vaticina el profesor de la Universidad de las Islas Baleares: “No niego que será útil, pero hay que ser muy paranoico”.
Sobre el ahorro de costes que supondría el i-Voting, Galli anima a valorar las cifras y sopesar los riesgos. “El coste de unas elecciones en España para unas elecciones generales está en 130 millones de euros, más o menos. El que gana esas elecciones tiene un presupuesto de unos 300 o 400 mil millones. La escala de coste versus incentivo de presupuesto anual es bastante pequeña. Dado el riesgo que existe, yo no lo veo tan importante”, reflexiona el doctor en informática.
Un proceso anónimo, pero auditado
Sergio Carrasco, ingeniero y jurista especializado en derecho tecnológico, coincide con Galli en que en el fondo el problema del i-Voting radica en la seguridad y, por ende, en la confianza de los agentes que participan en las votaciones. “Tiene que garantizar aspectos muy específicos que ahora mismo no resulta posible con la evolución tecnológica que tenemos”, previene. En su opinión, la ventaja del sufragio electrónico es la “comodidad” que brinda a los electores, pero ese aspecto debe sopesarse con el principal riesgo que tiene el sistema: su vulnerabilidad.

“Cuando se trata el voto electrónico se tiene que garantizar simultáneamente el anonimato de quien vota, que no se puedan emitir votos duplicados… Y al final resulta muy complejo, sobre todo cuando una de las partes interesadas es la que controla el proceso. En el voto en papel no solo participan el Gobierno o los partidos, están también los ciudadanos, las administraciones y los representantes de los partidos, todos controlándose entre sí. Con el voto electrónico hay una parte que controla el sistema: el Gobierno de turno, sea de forma directa o indirecta a través de una empresa”, zanja.
Sobre las supuestas experiencias de éxito alcanzadas en otros países, Carrasco se muestra escéptico. Por ejemplo, recuerda que en 2014 se publicó un paper que alertaba de las “graves vulnerabilidades” del i-Voting en Estonia, uno de los referentes internacionales para los partidarios de este tipo de sufragio. Y no es el único caso. “Holanda, por ejemplo, que comenzó a implantar el voto electrónico, volvió a procesos manuales tras ver que realmente tenía problemas serios. Sobre Suiza también se ha publicado un paper sobre cómo resulta potencialmente posible alterar los resultados de cualquier elección por parte de quien controla el sistema”, detalla.
“Ventaja hay una, la comodidad. Las desventajas sin embargo son muchas: los riesgos potenciales de modificación, de seguridad, dejarlo todo en manos de una parte, la dificultad de control por parte de los diferentes actores interesados… La balanza está claramente equilibrada hacia uno de los lados. Hay pocas materias que sean tan complejas en el fondo para los ingenieros como la seguridad de un sistema de voto electrónico, se emplee este de forma total o se utilicen máquinas de votos para posteriormente enviar los datos”, abunda el experto en derecho tecnológico.
Para mejorar la confianza que genera el i-Voting —reflexiona el Carrasco— “debería haber un código firmado, abierto y que se pueda comprobar. Debería haber un control total y absoluto desde el principio hasta el final, tanto en lo que es el dispositivo físico empleado como el código subyacente que existe. Y esa firma de código la deberían poder comprobar in situ cualquiera de las partes que intervienen en el proceso”. “Sin embargo si en una de esas fases cierras, al final no sabes qué es lo que hace el código o qué deficiencias de seguridad tiene”, advierte el ingeniero.
El fiel de la balanza, del lado del papel
Si el fiel de la balanza está tan claramente decantado hacia el voto convencional, con papeleta y urna, ¿por qué se sigue debatiendo de forma periódica sobre la aplicación del i-Voting? Carrasco propone dos explicaciones: el perfil de los cargos públicos y el peso de las empresas tecnológicas. “Ningún ingeniero que se dedique a seguridad, cifrado, análisis… va a decir que un sistema de voto electrónico es seguro. El problema es que al final quienes toman las decisiones son principalmente perfiles más sociales, económicos… Y muy influenciados también por parte de los lobbies tecnológicos. Habrá empresas por detrás que quieren prestar estos servicios de voto electrónico. Si no cuentan con un asesoramiento adecuado en la parte tecnológica, lo que sucede es esto: se proponen cosas sin saber las consecuencias”, comenta el experto.

Lorenzo Martínez, CTO y fundador de Securízame, incide en dos grandes retos del i-Voting: garantizar la confidencialidad del voto y que los electores participan una sola vez. La pregunta del millón es, ¿cómo compaginar ambas cuestiones? ¿Cómo auditar el sufragio y a la vez preservar el derecho del ciudadano al voto secreto? “El que quede asociada una firma digital a un voto es la parte complicada”, reflexiona Martínez, quien reconoce en cualquier caso el ahorro de costes y las ventajas sociales que tendría una correcta aplicación del i-Voting. “Permitir que la gente pueda votar de forma cómoda desde casa aumentaría la participación y acercaría el proceso a los ciudadanos”, señala. El reto —reconoce Martínez— consiste en alcanzar una solución “segura y efectiva”, un sistema abierto que se pueda auditar y preserve además el anonimato de los votantes.
Para más inri debe alcanzarse esa meta en un escenario particularmente sensible, que no permite deslices ni equivocaciones. Un banco puede asumir el coste de ciertos errores durante la implementación de sus sistema de banca electrónica, pero… ¿Puede un país aceptar que durante unas elecciones se produzcan fallos en el sufragio? “Hay casos en los que se han detectado deficiencias tan claras que se ha decidido dar marcha atrás”, recuerda Martínez. En 2017, por ejemplo, Francia retiró sus planes de instaurar el voto telemático para los residentes en el extranjero ante el recelo generado por los ataques de hackers. Diez años antes, en Michigan, un grupo de alumnos demostró con la ayuda de su profesor que el sistema de i-Voting que proyectaba Washington DC era un auténtico coladero. No les llevó ni dos días trolearlo.
En sintonía con el recelo mostrado por Galli o Carrasco, Martínez señala los riesgos que entraña un sistema que no sea transparente. Por ejemplo, ¿podría el Gobierno de turno conocer en tiempo real el resultado de las elecciones? Y dado —como apuntaba Sergio Carrasco— que habitualmente el poder lo ejerce uno de los partidos que concurre a los comicios, ¿daría eso una ventaja especial a esa agrupación? ¿Podría movilizar sus bases en función de cómo vaya el conteo?

En un artículo publicado en septiembre de 2016 en Medium, Emiliano Kargieman, incidía en otro de los puntos débiles del i-Voting: cómo lo percibe la sociedad y en especial todos aquellos votantes potenciales sin bagaje técnico. No es una cuestión baladí. En 2009 —tras varios pleitos y denuncias— el Supremo de Alemania declaró que el uso de las urnas electrónicas era ilegal porque el sistema no permitía que los electores poco familiarizados con la tecnología lo fiscalizasen.
“El voto electrónico se sostiene sobre el fundamento infundado de que saber usar una computadora es lo mismo que dominar la tecnología de las computadoras. No lo es. Y la tecnología que no dominamos es la que se usa para dominarnos”, señalaba Kargieman: “La tecnología sobre la que se basa la democracia tiene que ser dominada por una amplia supermayoría de los ciudadanos, o correremos el riesgo de que un puñado de gente engañe al resto para hacer su voluntad”.
Enrique Chaparro, especialista en seguridad informática, recuerda que uno de los derechos de los ciudadanos —como recoge la sentencia alemana de 2009— es “poder verificar los pasos esenciales de la elección y el resultado de manera fiable y sin recurrir a un conocimiento experto especial”. “Interponer una caja negra entre quien vota y la expresión de su voluntad —caja negra que no puede ser verificada por la electora— es contrario a este principio”, incide Chaparro, para quien la respuesta a si las instituciones deben apostar o no por el voto electrónico es muy clara: “No. Las instituciones públicas deben abstenerse de implantar estos sistemas. Tal vez, con mucho cuidado, puedan emplearse para consultas no vinculantes con un número de participantes relativamente pequeño y en las que no sean estrictos los requerimientos de integridad o de secreto”.
Más allá del desarrollo tecnológico
Aunque Chaparro reconoce que “hay ciertas aplicaciones promisorias", basadas en el principio de verificabilidad end to end y empleando cifrado homomórfico, incide en que la conveniencia o no del voto electrónico va más allá de lo que se pueda conseguir con las herramientas a nuestro alcance. “El problema trasciende el grado de desarrollo de la tecnología. Por otro lado, sabemos de la teoría dos cosas importantes: que es imposible garantizar integridad, confidencialidad y verificabilidad perfectas en un sistema electoral y que si bien es posible afirmar que una condición de seguridad es necesaria es imposible afirmar que es suficiente”, reflexiona el especialista.
"Todo sistema es susceptible de “ataque interno”, y el modelo de amenazas debe prever que quienes diseñan, programan, proveen, despliegan, implantan y operan el sistema son potenciales adversarios. Agreguemos a esto problemas de escala: en los sistemas manuales, microfraudes que cambien el sentido del uno por ciento de los votos en cada uno de los sitios de votación de una elección general son irrealizables; en un sistema informatizado son unas pocas líneas de código. Hay otras objeciones, pero tal vez la más relevante es esta: un sistema de voto electrónico facilita el fraude sin necesidad de hacer fraude. Bastará que el agente de coerción convenza a los y las votantes coercionables de que tiene la capacidad de determinar qué votó cada quien; esto, que resulta fácilmente refutable en un sistema manual, esplausible en uno digital”, zanja.
Imagen | Flickr (michael Swan)
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kano01
Mientras nos anclemos al voto en papel, no evolucionaremos como sociedad. El Voto electronico desde casa y a ser posible desde nuestro móvil nos permitiría participar muuuucho más en las decisiones gubernamentales.
Eso es algo q no interesa a demasiada gente.
Obviamente está el tema de la privacidad, seguridad, etc etc ... pero en 20 años, yo quisiera el voto elecctronico implementado para todo, desde para decidir si se invierte en tecnología CRISPR, hasta para organizar las rutas de los autobuses en mi ciudad.
O qué nos creemos que el voto analógico no se puede hackear, q los muertos no votan, q las papeletas del extranjero no se pierden?
jesuspedro
No tengo ninguna duda. El voto en papel siempre. Y todas las mesas con tres o más compromisarios de los partidos
xiaolu
Voluntad.
Si podemos tener pagos móviles y coches autónomos, deberíamos poder votar desde casa con un sistema que, sin ser perfecto, se acercara al índice de fallo del analógico. Pero hace falta voluntad primero.
carlosbort
para el tema de seguridad está la blockchain. Para el tema de que el papel es más seguro, la empresa que hace los comicios ( indra) tiene varias demandas por amañar elecciones, lo cuál nos dice el tipo de seguridad que hay actualmente. Y para el tema del % de gente que vota, es obvio que un voto desde tu móvil con un certificado de la fnmt es mucho más fácil que ir a votar a un lugar concreto, lo cual aumenta la participación. Algo que no interesa a ciertos sectores que llevan años diciendo que "Total, da lo mismo que votes a uno o a otros, los que mandan, no son los partidos"
lolo_aguirre
Aparte de los retos tecnológicos, se nos olvidan los sociales. No creo que mis abuelos puedan votar por internet. Y si ellos tienen que desplazarse a votar mientras yo no, probablemente su abstención sea mayor que la mía.
joseguadarrama
¡Se debe poder!...si existen medios de seguridad para las cuentas bancarias, las transacciones, etc. , por que no habría de ser posible para votaciones electorales. Es claro que a algún poder no le interesa que esas elecciones sean limpias. El problema viene desde los gobiernos que obligan a los fabricantes de chips a dejar puertas traseras para vigilar en "aras de la seguridad de los estados democráticos" y no permiten la encriptación REAL de los datos. Ahora mismo las elecciones con papeletas son usadas para cometer fraudes electorales por la imposibilidad de contar millones de votos (por el tiempo y costo que ello implica )
diox76
El voto es lo más inútil que hace el Pueblo y parte de la plutocracia. Da igual cómo se haga, no sirve para lo que muchas personas creen...TODAVÍA.
ciudadwifi
Uno de ellos comenta un caso: Estonia... país que se vende como lo bien que funciona todo esto y es el ejemplo perfecto de lo contrario. Estonia usa un sistema aparentemente muy moderno para hacer algo muy antidemocrático: privar a casi el 40% de su población de sus derechos, la llamada "minoría" rusa, realmente oficialmente solo es del 25% de la población, porque la mitad de esa minoría de población cuyos antepasados fueron rusos étinicos, pues ni existe oficialmente... aunque la mitad de ellos ni siquiera hable ruso (ni siquiera como segundo idioma), porque es nieto o bisnieto de rusos. Pero usan una ley antidemocrática para apartarlos, ya que para ser estonio con todos los derechos, pues básicamente solo son estonios los descendientes de estonios, concretamente la fecha dice que los que eran considerados estonios en 1940, que a su vez ya limitaba por leyes anteriores durante sus años independiente después de la 1ª guerra mundial. El resto de la población (salvo casos muy concretos), pues son "no ciudadanos", tienen algunos papeles y tal, pero no tienen casi derechos. Y una parte significativa realmente son descedientes de población que lleva cientos de años, pero que eran considerados descendientes de la minoría alemana, rusa, etc y ya en su experiencia independiente entre guerras, pues ya no les daban ese derecho... Pero ahora se ha llegado a extremo.
Pero aun así, como las poblaciones se mezclan, pues aun con sus leyes, pues tienen una "minoría" importante, que para los estonios no es considerado estonios, pero si tienen algo de sangre estonia y por tanto, aun con sus leyes, pues no les pueden quitar los derechos... Que han logrado para que estos no tengan una representación ni nada: voto electrónico... así estas "minoría" (vuelvo a remarcar lo de minoría porque es entorno al 15% de la población) pueden votar y tal, pero después sus votos no se tienen en cuenta... misteriosamente después solo tienen votos partidos muy nacionalistas estonios. A los que ni siquiera entran en eso, pues es que directamente no tienen ya derechos... Aunque hay que decir que supuestamente hicieron un proceso de naturalización cuando se vieron obligados, por eso ese en torno al 15% de la población si tiene derechos (no como el resto de la minoría "rusa" -que después ahí meten de todo, incluidos estonios étnicos pero rusificados)... pero que realmente solo existen sobre el papel, porque supieron crean un sistema electrónico donde después no pueden ejercerlos. Y al resto se le dio el denominado pasaporte gris, que es como una especie de documentación (porque algo había que darle), pero donde es solo documentación que no da derechos e incluso se llega al punto de que pagan más impuestos, etc. Ante ello Rusia tuvo que acabar dando pasaportes y documentación a cientos de miles de personas de las 3 repúblicas bálticas, especialmente Estonia... Pero eso solo a servido para poder marginar más a esa "minoría", porque así ya tienen justificación para privarlos totalmente de derechos. Y así un porcentaje significativo de ellos acabaron emigrando a otros países... Y así oficialmente el porcentaje de estonios etnicos paso del 61 al 69% de la población... Pero realmente fue pasar de entorno al 55% al 62/64%. Porque hay población que ni siquiera tiene el famoso pasaporte gris y porque ahora consideran como estonios parte de esa población que antes no consideraban. Así el 20% población directamente no tiene derechos a participar en elecciones y demás... pero los que si pueden, pues al final voten lo que voten, sus votos no se tienen en cuenta.
Pero desde la UE, como son rusos los afectados, pues no solo nadie dice nada, sino que incluso se les aplaude por sus políticas.
Pero a lo que se iba, la realidad es que hoy en día no hay sistema que pueda garantizar una votación democrática si no es con el sistema tradicional... y aun este tiene sus deficiencia, cuanto más apostar por algo que a día de hoy no es fiable ni de lejos. Que además no abarataría el sistema, porque al menos durante muchos años tendría que mantener ambos sistemas al mismo tiempo funcionando, con lo que no solo no se abaratarían costes, sino que se dispararían... Pero claro un montón de empresas se pondrían las votas y por eso se promociona.
hasta luego
indahouse7
¿Y aplicar Blockchain para las votaciones?
esiguall
Vamos a empezar la casa por abajo:
Primero, hay que hacer una aplicación de forma urgente, que permita ver todas las cuentas del estado, tu junta, diputación y ayuntamiento. En que se gasta y en que no se gasta el dinero, y cuanto dinero hay en las arcas del estado. Para acceder a esa aplicación necesitas tu dni electrónico, usuario y contraseña.
Después, podemos añadir poco a poco cosas a votar en la aplicación: en que barrio prefieres que se haga primero las obras, que concierto prefieres para tus fiestas... (cosas con gastos realistas y lo de las obras ya se hace ahora mismo en Valladolid)
Y por último, el voto para ver quien gobierna, como se podría hacer anónimo y que no se truque?
En las elecciones, se te asigna una contraseña tipo: JTN9FI42
Y votas, y una vez se acabe el proceso de votación, se publicaran todos los resultados públicos, con el código de cada uno y a quien ha votado, en la app y en la web, por ejemplo: JTN9FI42: CIUDADANOS
Y todo el mundo podrá comprobar que su código corresponde con lo que voto, por lo que no se podría trucar.
Pero todo esto no interesa a los políticos, se les acabaría el chollo de los robos, de asignar obras a dedo, de crear leyes que favorezcan a X empresas...
ejnergalaz
Me ha tocado ser vocal de mesa (Chile) en varias ocasiones, y me da mucha más confianza el voto en papel, por lo siguiente:
1) Si va una persona invidente, hay dos protocolos que se deben seguir en orden, a) facilitar una plantilla en braille, b) autorizar a un tercero que lo asista (que jamás debe ser un miembro de la mesa de votación). En ambos casos, se toman los datos de quien vota y quien lo acompaña, y si se da el protocolo B, se avisa a quien está a cargo del centro de votación.
2) No se puede votar en estado de ebriedad, y si cualquier miembro de la mesa lo permite, la multa es grande.
3) Cada voto tiene un coletilla con un número, que se anota antes de pasar el voto. Una vez la persona marco su preferencia y cerró el voto, se comprueba que el número sea el mismo, se retira la coletilla y quien vota deposita su voto. Esto es útil para el recuento (más abajo)
4) Antes de iniciar el conteo de votos, se deben contar: las firmas del libro de votos, las coletillas, y los votos que existen en la urna. Todo debe calzar, un número menos o de sobra es suficiente para paralizar todo el proceso. Además, no se puede hacer el proceso a puerta cerrada, ni hechar gente que quiera verlo.
5) Cada voto se abre, se dice a viva voz la preferencia, se muestra el papel, mientras otro en una pizarra grande anota a quien va la preferencia. Cuando se termina, el total de votos que se marcó en la pizarra debe coincidir con el número anterior.
6) Todo lo anterior se anota en tres formularios distintos, que tres personas distintas de la mesa deben entregar en distintos puntos del local de votación, donde dan un comprobante que hay que proteger como la vida, al menos durante unos días.
El voto electrónico no garantiza que se cumpla el punto 1 mientras dificulta el 2, 4, 5 y parte del 6. Solo el punto 3 lo veo viable si se aplica blockchain, pero sería todo. Además, las veces que se han realizado elecciones mediante voto electrónico (elecciones internas de partidos políticos) ha sido un desastre, sin excepciones.
Como dicen, si aumentas la seguridad pierdes comodidad, y en el caso del sufragio, prefiero seguridad. Seguirán saliendo HDP, pero eso ya es tema de la ciudadanía que se deja seducir por promesas vacías.
Carlos
Sé que no se puede hacer pero el voto online no anónimo sería lo opción más sencilla para saber que no hay manipulación.
Como he dicho, entiendo que no se puede hacer, a mí me da igual que cualquier persona sepa que voy a votar al PSOE, pero sé que hay a otras muchas que no, que prefieren mantener su privacidad y así se evitan las presiones sociales. Cosa que respeto totalmente.
Así que, de momento, el papel.
Saludos
panchu
Tuve la "suerte" de ser presidente de mesa en varias elecciones en Argentina. Si bien yo cargué los datos tal cual sucedieron (al finalizar la jornada el presidente de mesa debe cargar en una planilla la cantidad de votos que obtuvo cada partido político y, posteriormente en un centro de ingreso de datos, esas cantidad son cargadas en un sistema supuestamente fiscalizado y transparente) al momento de poder revisar MESA POR MESA vía internet, desde CUALQUIER LADO DEL MUNDO los resultos obtenidos durante esa jornada, divisé, sólo en las primeras mesas (del 1 al 25) que habían invertido los números, colocando los números que eran para el partido de derecha en el partido de la izquierda (ambos partidos más fuertes) y viceversa. Igualmente ganó la derecha, pero sin mucho márgen de votos (creo que realizaron los cambios para que la victoria no sea tan apabullante).
Así que... ¿seguridad en el voto de papel? Ningún voto es seguro.
berterf
Soy 100% antipapel en todo, menos a la hora de votar, que soy 100% antitecnología.
PD: Y no me gustan los resultados que salen (pero es lo que hay).
zenstt
El principal problema con los votos siempre va a ser el % de votantes, que actualmente es muy bajo. Como esto beneficia a ciertas personas, no se hace nada al respecto.
El voto electrónico ayudaría muchísimo a la comodidad y arreglaría (parte) de este problema. Pero claro que la cuestión es la seguridad, así a voz de pronto solo se me ocurre una cosa:
Crear un sistema "PseudoAnónimo" donde a cada votante electrónico tiene un código único generado y pudiera confirmar en todo momento en una lista online si su voto es válido, una trampa se podría saber rápidamente al no concordar el voto o varias personas tuvieran el mismo código, ya que habrá gente que lo comparta sin prejuicios.
Seguiría habiendo voto por papel, no todo el mundo dispone de los recursos para votos electrónicos, comprobando siempre que la persona no haya marcado con anterioridad el voto por electrónico (Así como se hace actualmente con el voto por correo)
Es una idea, pero no me parece tan mala idea.
Me gustan los debates, así que estoy abierto a críticas.
De todas formas, no estoy en contra del voto en papel, me parece más seguro.
Lo que habría que hacer en mi opinion es ilegalizar el NO ir a votar, como ya se hace en algunos países. El derecho a voto pasaría a ser una obligación de los ciudadanos, ya que en el fondo están decidiendo por su futuro y el del país.
palalol
A día de hoy con la seguridad informática que hay a nivel global pensar en un voto electrónico es estúpido. Muchos años nos quedan para poder hacer eso realidad.
havochin
Yo soy contrario al voto en general, ya que posibilitó que en mi país México ganara un imbécil votado por los imbéciles que son la mayoría.
Usuario desactivado
Repito lo que dije en otro artículo:
La solución está en digitalizar el voto anónimo con una máquina (pc con monitor con pantalla táctil) que contabilice solo los votos sin ningún tipo de acreditación, solo la física presentada antes de votar.
La máquina contabiliza los votos de manera anónima (Partido X--> X votos) y se mandan los resultados, como si es vía e-mail. Se hace una comprobación entre ambas partes vía telefónica y fin, ya tienes el voto digitalizado pero verificado de forma analógica y manual (vía telefónica). Ya no hace falta papel, salvamos árboles y ahorramos millones.
Besis.
astolff
claro, HACIENDA es 100% electrónico y seguro, pero los votos no??
danielpulido
Cuando se utilice la tecnología Blockchain HABLAMOS, mientras tanto siguen falsificando votos con la empresa privada del PP llamda Indra que es la que recuenta votos ;)