Nuestra economía de la atención está rota. Completamente. Continuamente somos bombardeados por estímulos que nos llegan por multitud de vías y la consecuencia está clara: nos distraemos con el vuelo de una mosca. Es curioso cómo esto está provocando un cambio no sólo en nosotros, que buscamos métodos para no distraernos, sino en elementos como una industria del entretenimiento que ha cambiado su forma de captar nuestra atención.
Hay dos ejemplos muy claros de esto. La música es uno más o menos evidente, con canciones cada vez más cortas (apenas un par de minutos) y, algunas, con el estribillo como comienzo del tema. Además, esos estribillos también son cortos para encajar en los 15 segundos que puedes compartir en una historia de Instagram. Otro ejemplo es el de las películas, con tráileres de un par de minutos que empiezan con un tráiler del propio tráiler.
Aquí tienes un ejemplo de ‘Top Gun Maverick’, cuyo tráiler empieza con un teaser de cinco segundos con imágenes que veremos a continuación:
Muchas más películas hacen esto, siendo un recurso de marketing que nos ruega que prestemos atención durante dos minutos. Parecen rogar un “por favor, hazme caso, vienen cosas chulas”. Debido a ese constante bombardeo de información, buscamos ser productivos cuando estamos hiperestimulados y leemos libros, aprendemos de personas exitosas, ponemos en práctica métodos supuestamente infalibles, descargamos aplicaciones y, en ocasiones, nos pasamos más tiempo buscando cómo ser productivos que, realmente, siéndolo.
Tengo que decir que he encontrado un secreto para mejorar mi productividad: trabajar en un ordenador que me impide abrir más de tres pestañas al mismo tiempo. Y -al menos a mí- funciona.
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Una barrera por hardware
Si estás leyendo esto es porque has buscado formas de ser más productivo y no distraerte. Yo lo he hecho y he instalado de todo en mi ordenador, he configurado modos de no molestar en el teléfono y hasta temas que restringen las apps en horario de trabajo, pero la carne es débil y el dedo siempre tiende a irse a abrir Bluesky o peor Instagram y TikTok.
Un día se me ocurrió que, si el software no me limitaba, quizá lo haría el hardware. Fui al armario y saqué de la caja (soy de los que guardan las cajas de lo que compra) mi portátil universitario: un MacBook Pro de 2011. 16 GB de RAM un i5 de doble núcleo a escasos 2,4 GHz y 13 pulgadas de pantalla. Hace años sustituí su disco duro por un SSD y me sorprendió que encendiera tras tantos años.
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Lo que no funcionaba era el cargador (nada que no solucione Amazon y unos 20 euros), así que lo configuré y me topé con el primer problema: estaba desactualizadísimo. No sólo no podía actualizar a un nuevo sistema operativo, sino que navegadores como Edge, Chrome o el propio Safari eran insufriblemente lentos.
Tampoco podía instalar algunas aplicaciones que uso en el día a día, como Notion, debido a que requieren una versión más reciente del sistema, por lo que me hice con un Firefox Legacy y lo configuré para que Notion sea la página de apertura por defecto. Te estarás preguntando por qué te cuento esto, y ahí voy: cuando cambié este portátil por uno más reciente en 2017, ya iba algo lento y tener más de 4-5 pestañas en un navegador era inviable.
Pese a los 16 GB de RAM, el procesador no podía con tanto sin hacer que el ventilador fuera una turbina, sin calentar el chasis y sin hacer que el sistema fuera a tirones. Precisamente, el motivo que me obligó a dar el salto al infame MacBook Pro con teclado de mariposa, es el que me hizo volver porque quería, justamente, eso.
Me explico: cuando trabajo en una web como Xataka, lo hago con un montón de pestañas abiertas para buscar fuentes. Tengo Telegram instalado, YouTube Music, un editor de imágenes y muchas veces abro, casi por inercia, alguna red social o YouTube si no me siento inspirado. Con temas como noticias o reportajes, tener esa sobrestimulación no me molesta porque sé que es algo que me llevará un rato y luego pasaré a otra cosa, pero la cosa cambia cuando tengo un análisis o un artículo de opinión.
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Para este tipo de textos, la concentración es clave. Tienes que volcar tus pensamientos y estructurarlos de cierta forma. No puedes permitirte distraerte porque pierdes el hilo, y esas distracciones no existen con un portátil de hace casi 15 años. Si tengo más de tres pestañas abiertas a la vez, el Mac va al ralentí, por lo que sólo tengo Notion, Perplexity (precisamente para buscar algo y tener muchas opciones en una sola pestaña en lugar de muchas fuentes en muchas pestañas) y YouTube Music.
Telegram Web no es una opción, por ejemplo, y en cuanto tengo cuatro pestañas, el procesador ya está pidiendo el descanso.
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Esa barrera tecnológica, casi física, no sólo existe por lo lento que iría el Mac si abro más pestañas: la pantalla también juega un papel. 13 pulgadas no están mal y muchos portátiles actuales tienen esa diagonal, pero aquí la resolución es de 1280 x 800 píxeles. Traducción: escasa, mucho, tanto que poner una pantalla partida no es una opción.
Al no tener una alta resolución, poner una pantalla partida es inviable, lo que me obliga a tener una sola pantalla en la que estoy escribiendo, impidiendo que tenga un ojo en mi texto y otro en un vídeo de YouTube, por ejemplo. Como decía, me funciona y es algo que he incorporado a mi rutina de trabajo. Mi día a día lo saco con una pantalla más grande y un ordenador mucho más potente, pero cuando tengo un análisis entre manos o un texto de opinión, recurro al viejo portátil.
No es un camino de rosas
Puedes pensar que estoy romantizando trabajar en un equipo tan antiguo (que no es un IBM sin trackpad, pero es antiguo, vaya) y en cierta parte sí, pero también soy consciente de sus limitaciones y que esto no es para todo el mundo. Me explico: mi trabajo permite que utilice Notion para escribir o, directamente, la herramienta de la web, pero puede que tú no puedas hacerlo porque necesites apps concretas que sean incompatibles con un PC tan viejo.
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En materia de seguridad, muchos navegadores ya no ofrecen actualizaciones y parches para sistemas antiguos, lo que es un riesgo si navegas por ciertos sitios. En mi caso, como es Notion y YouTube, no me preocupa, pero es algo que también hay que considerar. La resolución tan baja de pantalla, si bien tiene el punto positivo que he mencionado al impedir dividir la pantalla, es una evidente carencia porque puede cansar la vista (me ocurre cuando estoy más de dos horas en este portátil, vaya).
Y como quieras apps concretas, apaga y vámonos: seguramente serán incompatibles. Además, yo porque ya actualicé el portátil en su día, añadiendo 8 GB de RAM y cambiando el almacenamiento, pero si ahora desempolvas un portátil con HDD y 4/8 GB de RAM, la experiencia va a ser dura, incluso arrancando el equipo.
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Asimismo, aunque hablo de “portátil”, realmente debería decir “portátil de sobremesa”. La batería hace mucho que superó los ciclos óptimos y sólo tengo margen para una hora lejos de un enchufe. Definitivamente, no es un equipo para trabajar en un viaje.
¿Lo que me ha empujado a poner una barrera tan fuerte para ser productivo es falta de voluntad, ser un yonqui de abrir un montón de pestañas? Puede ser, pero lo que sé, y he aprendido estos años trabajando con un portátil tan viejo, es que si algo funciona, aunque sea rudimentario y burdo, ¿por qué no aprovecharse?
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Es lo que me permite escribir muchos textos casi del tirón y, aunque te haya contado un caso de uso muy personal -redactor web que escribe análisis y artículos de opinión-, creo que puede serte de ayuda si, como yo, sientes que necesitas algo más que una app que restrinja tus posibilidades. Y es algo que se puede aplicar a un ordenador, pero también a un móvil.
Dejar el iPhone 16 en la mesita durante el finde para usar un Pixel 1 es algo a lo que le he cogido el gustillo y mi compañero Javier Lacort ya escribió sobre algo similar, pero más radical, hace unos años. Decidió usar un Nokia 3310 -el nuevo, claro- como su móvil de fin de semana. El motivo era el mismo que el que me empujó a usar el MacBook de 2011: evitar distracciones.
Como ya escribió él, y creo que es la mejor conclusión para este texto: nos creemos multitarea, pero no lo somos, y menos tecnología, a veces, es más.
Imágenes | Xataka
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