Más allá de que te pueda solucionar la vida con unos cuantos millones de euros, la lotería —así, en minúscula, como concepto general— ofrece algunas características interesantes. Una de ellas, y no menor, es que, a su modo, es incorruptible. Si se aplica bien, no hay forma humana de burlarla. El azar juega su papel y sonríe a unos u otros de forma totalmente aleatoria, sin importar que se hayan gastado un dineral en su organización. Otra es que, precisamente por ese motivo, es totalmente democrática. En el bombo no hay una bola con más posibilidades de salir que otra.
Con semejante carta de presentación, la pregunta que podríamos hacernos es: ¿Funcionaría una democracia basada en los sorteos, en la aleatoriedad? ¿Funcionaría una "lotocracia"?
Ni la pregunta ni el término son nuevos. Para nada. Es más, algo parecido se plantearon los atenienses —pioneros por excelencia en los gobiernos democráticos— un par de siglos antes de nuestra era, cuando echaban mano de los sorteos para la elección de algunos cargos públicos. El mismo mecanismo siguió coleando en ciertos casos y con condiciones a lo largo de la historia.
Una fórmula con historia... y partidarios
Lo encontramos en ciudades de lo que hoy es Italia durante la Edad Media y también en el Renacimiento; pero decayó en el XVII, con los sistemas representativos. De una fórmula similar a la que seguimos usando hoy para escoger a los presidente de las comunidades de vecinos, se pasó a otra que, al menos sobre el papel, aspira a escoger a los mejores para los cargos públicos.
En un siglo XXI con el sistema apolillado por la corrupción y las redes clientelares, hay sin embargo quienes abogan por recuperar la filosofía de la "lotocracia". En la esfera académica encontramos voces respetadas, como la del filósofo Alex Guerrero, la politóloga Hélène Landemore o el historiador David Van Reybrouck que invitan, por lo menos, a detenerse en sus virtudes. Más allá de las tribunas y atrios de las universidades hay también movimientos, como Sortition Foundation, que abogan por una fórmula que quiere situar al ciudadano en el centro de la toma de decisión política.
"Al seleccionar grupos representativos de la gente común por sorteo y reunirlos en asambleas de ciudadanos podemos romper el dominio de los políticos de carrera sobre las decisiones y eludir los poderosos intereses creados", aboga Sortition, con sedes en Reino Unido, Austria y Estados Unidos, antes de poner el dedo en una de las grandes yagas de las democracias modernas: la "desilusión" y "desconfianza" que suscita la clase política. No hay que irse al mundo anglófono para encontrarlo. En España, el CIS sitúa la corrupción, el fraude y el comportamiento de los cargos públicos entre las principales preocupaciones de los ciudadanos, por delante incluso de la educación o vivienda.

Según el registro de Sortition, a lo largo del mundo se reparten un buen puñado de iniciativas verificadas por la OCDE que, al estilo de las asambleas abiertas, comparten o han compartido su filosofía de empoderar a los vecinos. En España identifica varios, como la plataforma participativa Decide Madrid, que se creó con la vocación de plantear propuestas, lograr cuentas participativas y votar en consultas ciudadanas; G1000, localizada también en la capital; o Jurado Ciudadano del Besaya, que plantea formas de usar los fondos europeos en la cuenca del Besaya.
Más allá de las iniciativas aisladas que buscan reforzar el peso político de los ciudadanos, ¿puede recuperarse un sistema, la lotocracia, que —como recoge Leandro Omar El Eter— se concibió como "una forma de gobierno que promueve el acceso a cargos públicos por medio del sorteo"?
Pablo Simón, politólogo y editor de Politikon, recuerda que la fórmula de la democracia por sorteo tiene poco de nuevo, pero apunta las ventajas que podría aportar "explorar" un modelo híbrido, que combine sus fortalezas con las del sistema actual, como en la convención constitucional irlandesa, formada en 2012 para discutir propuestas de enmiendas a la carta magna de la nación y que incluía, entre otros integrantes, a personas seleccionados al azar. Allí, en Irlanda, la asamblea de ciudadanos sirvió por ejemplo para abordar problemas complejos, como la legalización del aborto. También Reino Unido comprobó su utilidad, con un foro de 108 personas que, tras semanas de debate, elaboró un informe con una batería de propuestas para luchar contra el cambio climático.
"Me parece interesante explorar este sistema en combinación. Por ejemplo, la experiencia de la convención constitucional irlandesa. En esos casos el sorteo se hibridó con los representantes. Que creáramos más foros o espacios con sorteo de ciudadanos y se les permitiera una parte de la gestión a mí no me parecería mal. Igual que tenemos los presupuestos participativos o las ILP, que una parte del presupuesto pudiera ser gestionada por un comité elegido por ciudadanos de manera aleatoria, pero con apoyo técnico. Este tipo de cosas yo creo que deberíamos explorarlas porque ayudaría a que la gente sintiera más conexión con las instituciones", reflexiona Simón.
La clave, abunda, estaría en dar con "un buen diseño": "Saber cómo se haría, con quiénes y qué atribuciones o poderes se daría a ese órgano elegido por sorteo. Siempre buscando combinaciones que permitan corregir, volver a un modelo en el que ese mecanismo de participación directa del ciudadano tiene una percepción mayor de rendición de cuentas, de cercanía".

Flaquezas y fortalezas
El sistema en estado puro, claro está, tiene sus fortalezas y debilidades. Entre las primeras, el politólogo insiste en su carácter plenamente democrático. "No hay regla electoral más radicalmente democrática que el sorteo y esto es así porque en el fondo está asumiendo que todo el mundo es competente para desempeñar las funciones de gobierno", explica. ¿Qué implica que eso sea así? De entrada, complica enormemente uno de los grandes males del sistema actual: el clientelismo, las redes de partidarios que acaban cuajando en torno a quien ostenta el poder político. ¿Cómo hacerlo cuando quien desempeña un cargo lo hace por azar y sin garantías de que lo vaya a retener?
"Es un sistema que contrario al clientelismo y la corrupción. En un sorteo, por definición, no sabes a quién tienes que gobernar porque no sabes a quién le va a tocar", comenta Simón. Otra peculiaridad es que pule las diferencias que ahora hay entre partidos en la carrera electoral, muy marcada por el acceso de las diferentes fuerzas a la financiación, lo que puede derivar en el mismo problema.
"Ahora mismo, en nuestra democracia, no todas las opciones políticas parten con la misma situación de ventaja o desventaja. Si eres un partido y tienes más acceso a financiación pública o de empresas es más probable que ganes unas selecciones que si no lo tienes. Pero en un sorteo eso desaparece. Eso sí es radicalmente democrático. La influencia de los poderes económicos y políticos no se filtra dentro del sistema", señala el politólogo y editor de Politikon.
No todo son ventajas, por supuesto. La "lotocracia" tiene también sus debilidades. Por ejemplo, la motivación política. Los partidos tienen una razón de calibre para gestionar bien. Si no lo hacen se arriesgan a flaquear en respaldos y perder elecciones; pero... ¿estará igual de motivado un cargo que depende del albur y que no tiene en sus manos reeditar sus responsabilidades? "Además estas personas no tienen que rendir cuentas después. Pueden hacerlo fatal que luego no van a unas elecciones en las que les premies o castigues. Da igual. Se volverá a hacer el sorteo".

Otro hándicap es la propia representatividad. Si se abre la puerta al azar se asume que quien salga del "bombo" puede ejercer su responsabilidad desde una filiación con un respaldo que no resulte mayoritario ni refleje la sensibilidad de la sociedad. "El sorteo no dice cuántas personas están de acuerdo con el candidato que sale elegido. Imagínate que ahora sorteo la presidencia del gobierno en España y le toca a la líder del PACMA. Estoy eligiendo para el cargo a alguien que no tiene apoyo en su proyecto de sociedad a nivel de otros que no han salido elegidos", comenta Simón.
Hélène Landemore propone por ejemplo que las asambleas de ciudadanos propongan cambios que más tarde deberán ratificarse en una votación pública y apunta la necesidad de los mecanismos de rendición de cuentas adicionales, incluidas las leyes que regulan el uso del dinero.
Sobre la mesa habría también otras preguntas: ¿Quiénes deben participar del sorteo, todos los ciudadanos o aquellos que se hayan postulado? ¿Debe asumirse como punto de partida la máxima de que todo el mundo puede mandar y aprender a gestionar los asuntos de carácter público? No es una cuestión menor. Si se perdiese pluralidad se laminaría también uno de los grandes atractivos del sistema. Para abordar el problema, se apunta a muestras aleatorias y a facilitar la elección con incentivos financieros y medidas que hagan posible, por ejemplo, reubicarse.
La propuesta es compleja, pero desde luego no parte de cero. En la Columbia Británica, sin ir más lejos, ya se han convocado asambleas ciudadanas seleccionadas al azar para abordar cuestiones tan relevantes como la reforma del sistema electoral. El objetivo: aderezar el sistema con un modelo "radicalmente democrático". Y, quién sabe, facilitar la reconexión ciudadana con la política.
Imágenes | Edwin Andrade (Unplash), Alejandro Garay (Unsplash), Arnaud Jaegers (Unsplash) y Wikimedia
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Sr_Truhan
Me parecería el triunfo más absoluto de la mediocridad. Si cualquiera pudiese salir elegido, independientemente de su formación, de sus conocimientos o de las capacidades que haya demostrado, esto se convertiría en un absoluto despropósito (si no lo es ya suficientemente con el sistema actual).
Lo que tendríamos que aspirar, es a que nos gobiernen LOS MEJORES, los mejor formados, preparados, los más inteligentes y los que hayan demostrado saber mejor gestionar los recursos de los que dispusieron.
Y eso debería de pasar, inevitablemente por exigir pasar unas oposiciones, demostrar unos conocimientos previos mínimos (formación universitaria mínima) y una experiencia laboral mínima antes de presentarse a cualquier puesto de responsabilidad pública. No puede ser que nos gobierne gente que no ha dado un palo al agua en su vida, que no saben lo que es trabajar en el sector privado ni tienen la más mínima experiencia laboral o sobre los que se ciernen dudas más que razonables sobre como obtuvieron sus distintos diplomas formativos. Y sobretodo, eso TIENE QUE PASAR por que se exija una responsabilidad PENAL sobre la gestión llevada a cabo por cada gobierno. Por que un órgano independiente lleve a cabo una auditoría sobre la gestión que se ha hecho de los recursos al finalizar cada legislatura, y que los que estén al frente del gobierno respondan, tanto de forma económica como penal, por la gestión que han hecho de los recursos durante su mandato. Como se hace en cualquier empresa mínimamente seria, vamos. Y añadiría que no estaría de más que la ciudadanía pudiese participar de forma mucho más activa en la toma de decisiones importantes del gobierno, como se hace en países como Suiza, sin ir más lejos. Lo que no puede ser es que la "democracia" se limite a votar una vez cada cuatro años por el partido/político de turno, y que luego este haga lo que le venga en gana durante ese período, aunque vaya en contra de su programa electoral y de las promesas que le hizo a la ciudadanía, sin asumir absolutamente ninguna responsabilidad por sus actos al finalizar la legislatura. Eso no es una democracia, es una DICTADURA en la cual elegimos quién nos va a someter los próximos cuatro años. Una vergüenza.
Si me permitís, añadiría que es una vergüenza que estemos pagando el sueldo a 350 diputados y más de 260 senadores, que supuestamente tienen que representar a los ciudadanos de sus respectivos territorios (recordemos que elegimos los diputados para que representen sus respectivas suscripciones electorales; esto es, un diputado del PP/PSOE/LOQUESEA por Murcia, debería defender los intereses de los ciudadanos Murcianos que lo votaron y NO lo que diga su partido) y no votar en masa como borregos lo que diga el presidente de su partido. Para eso, y si defendemos la disciplina de partido, sobran, como poco, 340 diputados. Que cada partido con representación elija un portavoz, que este emita su voto con un peso equivalente a su representación parlamentaria y solucionado. No estaríamos pagando tontamente sueldazos a unos señores para que estos jueguen al Candy Crush, se queden dormidos o incluso se queden en casa cobrando un pastizal a fin de mes.
No os equivoquéis, esto NO es una democracia, será una partitocracia, una dictadura encubierta o lo que os venga en gana, pero una democracia, no es, desde luego.
juantellechea
Creo que no somos del todo conscientes de todo lo que acarrea el clientilismo y las redes de influencia a los que están atados la muy mayoría de políticos y sus partidos. Y la impunidad de decir A en campaña y B en su escaño. Casi mejor elegir un grupo de gente al azar por sorteo que gobierne unos años donde se pueda someter a referéndum público las cosas importantes... Y los que no tienen interne... A pastar, querer es poder se puede montar esa votación de mil maneras. Yaaa pero le podría tocar la presidencia a un completo imbecil, mire usted, eso ya pasa pero aparte ese imbecil le debe favores a gente muy poderosa. Yo cambiaria ciertas cosas, como que una persona no tenga el poder como un presidente por ejemplo. No sea cosa que la de pacma Ilegalice la carne. Sino que grupos de personas como 12 por ministerio o algo así. Y que trabajen con asesores que entiendan de los temas. Otra cosa que me Explota la cabeza que una ministra de sanidad no sepa nada de sanidad, etc.
rogerquerty
"Lotocracia" + validación de las decisiones en referéndums telemáticos por parte de los gobernados podría funcionar muy bien.
Ariasdelhoyo
Esto lo proponía Arthur C. Clark en su novela Cánticos de la lejana Tierra.
Se elegían a los que iban a dirigir a un país como al presidente de la comunidad de vecinos.
Sólo quedaban fuera dos tipos de personas, los que no llegaban a un cierto nivel de educación y los que habían dado muestras de querer gobernar. Estas dos circunstancias harían que en España nos quedáramos sin un solo político, porque o son tontos o trepas.
l0ck0
ya tenemos "Lotocracia" para presidir eso tan importante como parecen ser las mesas electorales no?? pues lo mismo para todo, asi nos ahorramos la gentuza esta que vive de la politica y no aporta nada
siliconbrain
Los ciudadanos debería elegir de manera individual a:
- los diputados
- el presidente
y
- los jueces
guillemmelliug
Creo que el autor debería aprovechar la ocasión para recordar que en la península (la nuestra, no solo la italiana) se daba la insaculación muy a menudo (en la Generalitat de Catalunya desde 1493 e igualmente en la Corona de Aragón, hasta el Decreto de Nueva Planta, de Felipe V, 1716):
Cito Wikipedia en catalán (más extensa y detallada en este artículo que la castellana):
A la Corona d'Aragó, des de mitjan segle XIV, la insaculació s'havia aplicat totalment o parcialment per a la provisió de magistratures municipals. No obstant això, van ser els privilegis concedits per Ferran II d'Aragó (privilegis de 1498, ampliats el 1499), els que van establir el sistema insaculatori en diversos municipis catalans que més tard es va generalitzar i estendre a altres corporacions. L'eficàcia del sistema coincideix amb el descrèdit de l'elecció mediatitzada i no lliure, motiu de partidismes locals i lluites intestines a les ciutats.
Generalitat de Catalunya
En el cas de la Generalitat de Catalunya, s'instaurà a les Corts de Barcelona (1493), sota el regnat de Ferran II. La llista dels noms dels insaculats figurava registrada al Llibre de l'Ànima. El nombre d'insaculats que es va fixar va ser:
66 membres del braç eclesiàstic.
250 del braç militar organitzat per vegueries.
206 del braç reial de les ciutats i viles de Barcelona, Lleida, Perpinyà, Girona, Tortosa, Vic, Puigcerdà, Cervera, Besalú i Torroella de Montgrí. El 1524 s'afegiren Manresa i Balaguer.
El 1498, cinc anys més tard que a la Generalitat de Catalunya, es va establir el sistema d'insaculació per al Consell de Cent. El 1654, dos anys després del final de la Guerra dels Segadors, els oficis menors del General de Catalunya també passen a ser insaculats per un decret signat pel rei Felip III d'Aragó.
Pel decret de Nova planta (1716) es va abolir el règim d'insaculació.
saelyth
Ni lotocracia ni corrupción. Lo que se debería hacer es como en los paises del norte, el presidente y los diputados se eligen en base a oposiciones. El presidente es la persona que mejor nota ha sacado en dichas oposiciones, y por tanto quien mejor está preparado en todo el pais para el puesto, sea de la clase social que sea, porque se ha estado preparando durante años. No como aquí que se presenta un tio a dedo aunque no hable idiomas.
El proceso es transparente, por lo que no hay corrupción ni trampa.
polromeu
El otro día hicieron el especial 25 años de Saber y Ganar. Le comenté a mi mujer: oye, y a todos estos magníficos, los pondrías a gobernar el país? Queda claro en qué estuvimos de acuerdo...
eb4cak
Somos adictos a la servidumbre y no lo sabemos.
¿Sabemos que es posible no tener gobierno, o que este sea tan mínimo que permita la prosperidad y la riqueza que conlleva la libertad?, leer a Rothbard.